Segundas líneas de los ministerios de Producción y Hacienda empezaron a tomar contacto telefónico con algunos de los empresarios que desembarcarán en los próximos días en Buenos Aires para participar del Foro de Inversión y Negocios, evento que se popularizó bajo el mote del “Davos Argentino”, en relación al encuentro internacional de corporaciones y estados que se celebra cada año en esa ciudad suiza.
La preocupación es lógica: ante la presión propia y ajena por captar inversiones, quieren garantizarse que los anuncios que se hagan en el marco de las jornadas (entre el 12 y el 15 de septiembre en el Centro Cultural Kirchner) no sean desembolsos antiguos, con una lavada de cara. “Hay muchos que se han comprometido”, dijo a Letra P una fuente oficial.
La meta parece, a todas luces, demasiado ambiciosa. Prevén captar U$S100.000 millones en cuatro años, un volumen casi imposible con un mundo en crisis económica y con los valores de los commodities derrumbados.
Los organizadores, entre ellos Juan Procaccini, titular de la Agencia de Inversiones, reniegan del nombre mini Davos, porque explican que el esquema es distinto. La realidad es que Davos es más un foro de discusión y café que un encuentro con resultados reales. La versión argentina apuesta a que, para obtener beneficios, se armen mesas entre el Gobierno y sus áreas y los diferentes sectores económicos.
Hay una ventaja para la Nación: la pertenencia empresaria de muchos de los funcionarios mejora las perspectivas, dado que muchos de los hombres del Gobierno estuvieron en las filas de algunas de las multinacionales que desembarcarán en el país.
Tantos son los empresarios que llegarán, que hace ya casi un año se reservaron los lugares en casi todos los hoteles de Puerto Madero, Retiro y Barrio Norte.
La Agencia de Inversiones depende del tándem Producción y Cancillería y, dentro del listado de participantes, no hay sólo extranjeros, sino también buena parte de los popes nacionales, como el caso de Paolo Rocca, de Techint; Marcos Galperín, CEO de Mercado Libre, y Luis Pagani, el histórico líder de Arcor.
En la nómina externa destacan el jefe de la petrolera BP, Bob Dudley; Donna Hrinak, presidente para América Latina de Boeing; Joe Kaeser, presidente y CEO de Siemens, y el presidente de The Coca Cola Company, Muhtar Kent. También habrá referentes de Unilever y Dow Chemical y fondos de Dubai, Brasil, Reino Unido y otros países de Europa. Y, lógicamente, algunos viejos conocidos muy cercanos al macrismo en su etapa de campaña y en el desembarco en la función pública. Tal el caso de Claudio Fernández Araoz, asesor superior de Egon Zehnder, una empresa de reclutamiento que el PRO contrató para captar cuadros del sector empresario para ocupar ministerios y carteras.
Algo parecido ocurre con Nicolas Rohatyn, CEO & CIO de The Rohatyn Group. Rohatyn es el grupo en el que fue director el actual presidente de YPF, ex JP Morgan y Telefónica, Miguel Ángel Gutiérrez. General Eelectric, Banco Mundial, Novartis, Louis Dreyfus Toyota y Citigroup son otros de los nombres de peso.
La mayor complejidad que adquiere el encuentro es el momento económico en el cual se inscribe: baja demanda y perspectivas de recuperación más de largo que de corto plazo. El dato no es menor: la propia canciller Susana Malcorra aseguró semanas atrás que, más que una señal de inversión externa, lo que el país necesita es una “prueba de amor” de los empresarios nacionales. Una inversión productiva genuina de los propios. Pero el macrismo ha puesto casi todas las fichas en el evento, que seguramente abrirá la posibilidad de negocios pero difícilmente sea un ámbito en el que se definan cantidades de dinero a aplicar en plazo cortos.
leandrorenou