Fortunato Mallimaci, sociólogo e investigador del Conicet sobre Religiones, evaluó a Jorge Bergoglio como un "conservador popular, un popularista" en las decisiones que ha tomado en estos diez años al frente de la Iglesia católica y rechazó la idea de que sea un reformador, como lo definen otros analistas. En una charla con Letra P, habló de la relación del papa Francisco con Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández y dio a entender que Bergoglio es peronista, aunque diga que nunca estuvo afiliado ni militó en esa fuerza partidaria.
-Cómo evalúa la relación de Bergoglio con la Argentina?
-La Argentina no es su gran preocupación; por eso hizo muchos viajes y no volvió al país. Él dice podría ir, pero hay elecciones cada dos años, y eso lo sabe tanto él como cualquiera. Entonces, en estos años optó por recibir a todo presidente que se lo haya pedido. Va esta idea. La líder del movimiento peronista, que es Cristina, reaccionó rápidamente porque entendió que no es lo mismo ocupar el cargo de cardenal que el de papa, como tampoco es lo mismo ser el gobernador de Santa Cruz que ser presidente. Tu carisma, tu espacio, tu responsabilidad; la credibilidad y la legitimidad no son las mismas. Por eso, en la Argentina, Bergoglio nunca quiso recibir a las Madres ni a las Abuelas, ni como superior de los jesuitas ni como arzobispo ni como presidente del episcopado, pero sí en el Vaticano.
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-¿Cómo definiría entonces al Bergoglio papa?
-Es un conservador popular, un popularista para evitar usar esa palabra tan supercargada (populista). Un católico total a la hora por las decisiones que toma. En temas como mujer, familia, sexualidad, aborto es un papa ortodoxo. No es Pablo VI o el Concilio que quiere dialogar con la modernidad. Es un antimoderno en ese sentido. Al mismo tiempo, sigue esa larga tradición social de la Iglesia en la que él sí cree, porque viene de América Latina, porque tiene una sensibilidad. Lo social es un elemento constitutivo del ser católico. Ya lo dijo Pablo VI y Juan Pablo II, ya estaba dicho en el Iglesia. Bergoglio lo llevó a la cotidianidad. Esa idea de la misericordia, de la escucha, de la proximidad, de recibir a todos... no es nada del otro mundo. Es un hábil pastor que conoce las reglas de la política, mucho más partidarias que sus antecesores, que vivieron en otros mundos.
-¿Cómo leyó la relación con CFK, Macri y Fernández?
-Cuando llegó Cristina, una "conversa", la recibió con “cercanía” pese a los enfrentamientos que tuvo con Néstor (Kirchner), quien consideraba que Bergoglio se interponía en las decisiones que él tomaba. Después, el macrismo llega con otras posturas en materia económica. Siente que es un grupo de empresarios, que llegó un empresario con el que también tenía deudas pendientes. Cuando (Macri) va, no lo trata mal, pero lo recibe como a cualquier otro (presidente). Con Alberto tiene una relación superformal.
-¿Qué le parece la respuesta de Bergoglio a quienes lo tildan de peronista?
-Nadie está afiliado. En el peronismo la enorme mayoría no está afiliada. Tampoco a la Juventud Peronista (JP) y menos a (la organización) Guardia de Hierro en aquella época. Eso no quita...
"En el peronismo la enorme mayoría no está afiliada. Tampoco a la Juventud Peronista (JP) y menos a (la organización) Guardia de Hierro en aquella época. Eso no quita..."
-¿Considera a Bergoglio un reformador, como definen muchos?
-No, para nada. Es más, él te dice "yo sigo el Concilio Vaticano II". ¿De dónde sacamos que es un reformador? ¿Por lo que escribe, por lo que hace o porque la prensa lo presenta así? En Europa, cuando hablo con mis colegas, me dicen que no es “superprogre” sino un populista porque presenta cosas que no se pueden hacer y plantean a modo de ejemplo: cómo va a decir que los migrantes tienen derechos.
-¿Qué balance hace de estos diez años de papado?
-Hay un intento de apertura; un intento de proximidad, de diálogo, de proximidad, pero se le está haciendo muy difícil sostener sus ideas de cambios internos porque está inmerso en una institución que arrastra problemas estructurales que tienen que ver con la curia, la elección de los obispos, los abusos del clero, la apertura de las estructuras vaticanas a las mujeres...
-¿Una frase que identifique ese perfil ultraortodoxo con el que define al papa?
-Aunque parezca una osadía, cuando Bergoglio dice "un inmigrante es una persona y tiene derechos". No hay nada más tradicional, conservador, que decir que el migrante ‘es una persona. No sos una estructura social, no sos un homo economicus, sos una persona’.
-Bergoglio utiliza muchos neologismos y palabras fuerza. ¿Una que sea clave de su pontificado?
-Cuando Bergoglio llega con esa idea de la fraternidad universal o habla del cuidado de la casa común siempre pone una palabrita: integral. Este es un catolicismo integral, este es un humanismo integral, hay que promover el desarrollo integral, ecología integral y últimamente desarme integral. Cuando apela a la palabra integral quiere decir que lo espiritual, las instituciones espirituales, en este caso la Iglesia católica, debe ser partícipe de la solución. No hay solución sin la presencia de lo religioso.