La pandemia de covid-19 afectó y afecta de manera contundente a las distintas actividades económicas del país. Sin embargo, el entretenimiento y el esparcimiento sufren la peor crisis desde la debacle política y económica de 2001. El cine, el teatro, la música y los distintos medios de comunicación sufrieron caídas en ventas.
La información recopilada, sistematizada y publicada por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA) permite realizar un diagnóstico sobre el estado de la cultura ante la confirmación de las reaperturas y la vuelta a cierta normalidad. La caída del Valor Agregado Bruto (VAB) de la cultura en la economía argentina fue del 16% en términos reales y constantes y el promedio de toda la actividad fue de -11,6%. Esto hizo que descendiera su participación en el VAB total del 2,6% al 2,4% al ubicarse en números cercanos a los de hace 11 años.
Estos números muestran el tamaño del retroceso en materia de producción económica que tuvieron las distintas industrias culturales argentinas. Aún en esta crisis y caída, para dimensionar la importancia de la cultura en la economía local basta decir que tiene una participación en el valor agregado igual a la de la industria energética y muy similar al de la salud privada (2,7%).
Dentro de la producción cultural, las actividades presenciales fueron las que tuvieron una caída más fuerte: el cine perdió el 82% de su producción, mientras las artes escénicas (teatro, por ejemplo) lo hicieron en un 64% y los shows en vivo en un 63%. Entre las no presenciales, las de mayor caída fueron la publicidad (-23%), el diseño (-19%), las artes plásticas (-12%) y las agencias de noticias (-7%). Las de menor nivel de afectación fueron los libros y publicaciones (-6%), radio y televisión (-3%), producción y edición musical (-2%) y el contenido digital (-1%). La excepción a la regla la marcó la formación cultural, que mostró un crecimiento del 6%.
Una de las consecuencias directas de la caída en la producción cultural es la reducción en la cantidad de trabajadores, tanto registrados como informales. La información brindada por el SINCA permite observar que la caída en los puestos de trabajo fue del 11%, pero superior al 20% en los puestos no registrados. En 2020, la cultura empleó a 270 mil personas, mientras en 2019 lo hacía con 308 mil. Los segmentos que mayor caída de puestos registraron fueron artes escénicas (-24%), artes plásticas (-21%), producción musical (-19%), audiovisual (-15%), patrimonio (-15%) y publicidad (-14%), mientras en formación cultural, contenido digital y libros y publicaciones los puestos se sostuvieron inalterados.
Como puede verse en el gráfico anterior, la gran relevancia que cobra en la producción cultural la generación de contenido digital trae aparejado un creciente nivel de informalidad laboral. En el total de la fuerza laboral de la cultura, el empleo no registrado representa el 23%, mientras en esta actividad en alza significa el 65% del trabajo.
El último aspecto con el que se puede calibrar la caída de la actividad cultural es el consumo. En números totales, el consumo privado cayó un 14,7%. Fue el tercer año consecutivo de caída. En términos constantes, el consumo cayó 2,8 mil millones de pesos.
Las industrias que más sintieron este declive y el impacto de la pandemia fueron las más tradicionales. El cine, como ya se dijo, pasó de recaudar $294 millones en 2019 (casi 100 millones menos que en 2015) a facturar solo $50 millones el año pasado. Con la venta de libros sucedió algo similar. La edición en formato físico cayó un 18%, pero la contracara fue el crecimiento de un 69% en las versiones digitales. La industria musical perdió el 86% de la asistencia a shows en vivo, caída que se sintió mucho más en la Ciudad de Buenos Aires al ser un centro neurálgico de la actividad. El teatro, por su parte, perdió el 82% de sus tickets, con un sostenimiento un poco mayor de la actividad por fuera de Buenos Aires.
La reactivación de las industrias culturales en el respiro que la pandemia da la ciudadanía deberá contar con planes y políticas articulados no sólo por el Ministerio de Cultura sino también junto a los ministerios de Producción, Economía, Trabajo y hasta Transporte. Como ya sucede con la industria audiovisual, teatral y musical, el armado de mesas de coordinación multisectoriales son la primera ventana de salida para que una actividad económicamente importante pero simbólicamente imprescindible recupere su fuerza productiva.