“Vamos camino a la noche más oscura, que es la Argentina narco, de las villas, de la marginación. Pero digo que hay otra Argentina, porque tengo una mirada esperanzada del futuro argentino, cuando uno va al interior ve otro país (…). La Argentina oscura son las villas del conurbano, la prepotencia del narco en el conurbano, la prostitución organizada y la utilización de menores, porque ellos funcionan de una manera completa, el desafío es combatirlos con dureza y salir de la estupidez”.
La evaluación no pertenece al diputado salteño Alfredo Olmedo, sino al senador nacional y titular del interbloque Argentina Federal, Miguel Ángel Pichetto, que fue invitado este jueves por el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI) para encabezar la última sesión académica del año de su Comité de Criminalidad Organizada Transacional.
Acompañado por el juez federal Sergio Torres, el senador rionegrino aprovechó el escenario del influyente think tank, para exponer su opinión sobre el narcotráfico y las políticas de seguridad. Aunque la charla tenía un tono académico, Pichetto no se sacó el traje de candidato y reveló, ante un público reducido, los nuevos contornos de su plataforma vinculada al endurecimiento de las políticas de seguridad, especialmente concentradas al control de la frontera, en base a una particular lectura sobre el rol del narco en el conurbano bonaerense, el territorio más estigmatizado por su discurso.
EL EFECTO BOLSONARO. Desde su óptica, hay un cambio inminente en Brasil que pondrá a prueba la política de seguridad argentina en su frontera norte. “La llegada de (el ex militar ultraderechista Jair) Bolsonaro a la presidencia, que está comprometido con una política de seguridad dura de represión, puede llegar a tener consecuencias muy complejas para la Argentina y su zona norte, porque perseguirán a las organizaciones del sur de Brasil, que pasarán por ese límite difuso de la selva paraguaya, donde funcionan organizaciones criminales de tipo militar como el Comando Bermello”, caracterizó. En esa dinámica “puede ocurrir que la tensión de las fuerzas de seguridad y de la militares brasileños corran a estas organizaciones hacia el sur y las transfieran al territorio argentino, con una Argentina que tiene una frontera muy frágil y porosa, donde vemos el intercambio de los países limítrofes, donde se encuentran delincuentes peligrosos, lavadores y narcotraficantes”.
La moderación de la charla estuvo a cargo del abogado Juan Felix Marteau, titular de ese comité del CARI, de la Fundación de Investigaciones en Inteligencia Financiera y de estrecha relación con el fiscal federal Raúl Pleé. Ante su atenta mirada, Pichetto buscó equilibrar su discurso sobre el papel de la administración de Cambiemos. “Indudablemente no es atribuible a este Gobierno, pero hasta hace poco tiempo la Dirección Nacional de Migraciones (del Ministerio del Interior) usaba una tarjeta de cartón para registrar el ingreso y el egreso de un extranjero. Con esto quiero decir que no hay tecnología, no hay intercambio con países limítrofes y hay otros países que no comparten la información, mientras otros han usado a nuestro país como refugio de su estructura criminal”, disparó el miembro del Senado sin detallar a qué país sudamericano se refería.
EL EJE DEL MAL. La caracterización de la “porosidad fronteriza” fue la antesala para que Pichetto hablara sobre la vinculación de los extranjeros con el narcotráfico y su relación con las villas. “La conducción estratégica de la cocaína en la Argentina tiene que ver con la derrota en Perú de (la organización) Sendero Luminoso. Porque muchos de esos dirigentes militarizados y preparados vinieron a la Argentina y se instalaron en las principales villas. Así empezaron a operar, como el ciudadano peruano Marcos Estrada, que para mi es Gómez. El socio de él es un famoso sicario y ambos manejan las villas de la ciudad y la provincia”, resumió el rionegrino para insistir sobre su concepto: “La conducción estrategia de la cocaína en argentina la tienen los peruanos, no es una estigmatización, ni es xenofobia es meramente descriptivo: el esquema empezó en la villa 31 y sigue en la 1-11-14”.
Sin perder su eje discursivo sobre los barrios postergados del conurbano, el principal orador del evento recordó que “hace poco tiempo en el Congreso votamos proyectos loables de buen corazón que impulso el movimiento que conduce Juan Grabois, y que había determinado el mejoramiento de villlas. Por entonces había 4800 y en tres meses hay 380 villas más”, disparó. Para Pichetto “el conurbano profundo es muy parecido a lo que vemos en algunos documentales sobre México donde la confusión de interés de narcos, fuerzas de seguridad y ajustes de cuentas, con asesinatos de mujeres, niñas a las que se le cobran una deuda al padre, como pasó con el caso Candela”.
POLÍTICA, CONSUMO Y NUEVAS PENAS. Ante un auditorio casi colmado, donde estaban el ex ministro de Defensa del radicalismo, Horacio Jaunarena y el operador Oscar Feito, Pichetto ahondó sus conceptos. “No digo que no haya argentinos, los hay, pero la cocaína la manejan los peruanos, el lavado los colombianos y los paraguayos la hidrovía, trayendo toneladas de marihuana. Ahora, lo novedoso es el involucramiento de la política, donde aparecen intendentes prominentes, como en Corrientes y Santa Fe. Aún así, yo creo que este tema no ha inficionado al Congreso”, aclaró.
De ese modo el titular del bloque peronista en el Senado buscó salvar a sus pares de acusaciones sobre narcotráfico, pero insistió: “Creo que hoy el narco esta entre nosotros”. Luego hizo hincapié en la Ciudad de Buenos Aires y castigó a la política de seguridad del alcalde Horacio Rodríguez Larreta, sin ponderar a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “El narco en Argentina funciona a pleno en cada calle de la ciudad. En las esquinas, junto con la prostitución. Además hay organizaciones que entran a la Argentina mediante mecanismos generosos para países que supuestamente están en guerra y empiezan a controlar las esquinas”, disparó el orador en una referencia elíptica sobre los vendedores ambulantes.
“Primero venden chucherías, anteojos y luego ocupan la esquina. El territorio es un dato central de este negocio, pero la Argentina ingenua vive de fantasmas, hay que hacer un control muy fuerte de la gente que ingresa al país y si delinquieron hay que echarlos en Ezeiza”, insistió. Antes de concluir su exposición, reclamó que el consumo de drogas vuelva a ser un delito federal. “Hubo un grave retroceso, que fue la desfederalización del consumo porque las policías provinciales se encontraron con un nuevo nicho de negocio. Hay que volver a federalizar el consumo, porque muchas veces los jueces empiezan con el dealer y llegan al cartel”, remarcó Pichetto y acusó a Cambiemos de “fragilizar la seguridad de la Ciudad sacando a la Policía Federal, y la reemplazó con una policía incipiente que no tiene inteligencia criminal”.