Como toda elección de medio término, los comicios de este año suponen un primer examen de gestión para la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y también para el presidente de la Nación, Mauricio Macri.
Por el valor electoral que aporta y por la proyección a 2019, la provincia de Buenos Aires es la que mayor atención concentra.
Porque, finalmente, la gran pelea de Cambiemos en la provincia es de índole nacional y está fijada en las precandidaturas al Senado de la Nación.
Aunque se renuevan las mitades de las cámaras provinciales, esa pelea no genera la mayor preocupación del oficialismo.
En la Cámara baja, sobre un bloque propio de 29 integrantes, Cambiemos pone en juego 9 bancas. Y en el Senado, sobre 16 legisladores oficialistas, solo tres cargos irán a la elección.
Es decir, que sobre un total de 45 bancas legislativas, Cambiemos apuesta solo 12 lugares.
Con ese escenario resulta imposible imaginar que baje su número actual. Por el contrario, es altamente probable que aumente su caudal.
LA PROVINCIA. Cambiemos precisa sostener la potencia adquirida en el interior, en la pasada elección, cuando logró capturar 58 intendencias y tres jefaturas más (del peronismo en San Nicolás, el massismo en San Miguel y el vecinalismo en Luján) durante el trayecto de 2016.
También tuvo un fallido con Francisco Echarren, el intendente PJ de Castelli, que tuvo un paso breve por el gabinete para luego volver a sus pagos de Castelli, donde ahora juega con Florencio Randazzo, precandidato al Senado por Cumplir.
La victoria de 2015 tuvo un fuerte impacto en el interior bonaerense, por lo que la gobernadora y su equipo confían en sostener ese logro.
Una tarea que resultará sencilla en secciones como la Sexta (zona sur) donde domina la oficialista Bahía Blanca.
Pero que tambalea un poco en la Quinta, la región más poblada después del conurbano, donde, aunque el Pro tiene la intendencia de Mar del Plata, no muestra la mejor gestión.
Por eso, durante la campaña, esta comuna fue casi tomada por Vidal, Macri y Elisa Carrió (precandidata porteña).
Y por eso, se eligió como cabeza de nómina de senadores al mediático periodista Franco Bagnato, en detrimento del senador radical y vice del comité provincia, Carlos Fernández.
Cambiemos también tiene fortaleza en la Cuarta sección, región de mayoría rural donde Cambiemos sostiene 12 de las 19 intendencias. Allí, los ex jefes territoriales del PJ, Randazzo y Julián Domínguez, intentan recuperar algo de su historia local, aunque la división con la ex presidenta Cristina Fernández de Kichner (Unidad Ciudadana) no los favorece.
En el Gran Buenos Aires, la porción bonaerense que contiene más del 60 por ciento de la población de la provincia se evidencia más el trasfondo nacional de la contienda bonaerense.
Vidal inició su gestión con la captura de bastiones peronistas, como Tres de Febrero, Morón, General Rodríguez, Pilar, Lanús, Quilmes, Berisso y algunas comunas más chicas, reconquistadas por el radicalismo.
Esa victoria le permitió sumar algunos territorios más, en alianza con massistas y vecinalistas. Pero el mapa sigue marcando una preeminencia PJ, qu, pese a pasadas rebeldías, vuelve a rendirse a las decisiones de la precandidata al senado nacional, CFK.
En la Tercera sección, los cordones más cercanos a la Ciudad de Buenos Aires, el peronismo conserva 11 de los 19 municipios, con el detalle de que se trata de los más poblados.
En la Primera sección, la zona norte, el reparto es más parejo, pero también más disperso, ya que se suman jefaturas auspiciadas por Sergio Massa y también dos intendentes que, aunque con perfil bajo, participan del espacio Cumplir que comanda Randazzo.
En las primarias de 2015 Vidal fue la precandidata más votada y, además, superó la barrera de los 30 puntos, un porcentaje solo atribuido al peronismo. Debajo de ella, aunque a corta distancia, se ubicó Aníbal Fernández, uno de los postulantes del Frente para la Victoria. Aunque en su caso, computó además los votos que obtuvo su contrincante interno, Julián Domínguez.
Con Esteban Bullrich como precandidato al Senado nacional, la tarea resulta más compleja y entra en duda la posibilidad de que la gobernadora le pueda "suceder" sus votos, cuando la contrincante esta vez es CFK.