Arte al ataque

Por Germán Krüger

Luces, colores, pasillos, gente, gente y más gente (¿o era arte, arte, arte?). Una conversación sobre la mirada de un cuadro, revive los diálogos trillados de películas sobre la excelsa pincelada del artista. “Este es increíble”, “acá se nota la tristeza del emisor”, “esto lo podría haber hecho yo”.

 

El arte es una manifestación de la actividad humana, mediante la cual se expresa una visión del mundo, real o imaginada, con una finalidad estética y comunicativa. Y en arteBA, todo lo anterior convive como si todos –y todas– fueran parte de una inmensa obra.

 

Desde el 18 de mayo, y hasta el 22, los pabellones Verde y Azul de La Rural, visten la Ciudad de Buenos Aires con pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, instalaciones y demás lenguajes del arte. Las Minujín y los Berni se concentran para mostrar su talento, pero sobre todo para vender a los pocos coleccionistas que se animan a desembolsar dólares.

 

La información visual, marea por la variedad de oferta que distrae la mirada entre flashes desesperados por obtener el encuadre perfecto de las obras. Los de siempre, los de antes, los vivos y los muertos, los jóvenes revelación, el público exquisito, el que no entiende nada, la venta, la compra, las luces, el lobby, los hipsters y el esnobismo de todos los días. “El arte está bueno”.

 

Una breve crónica sobre el evento –que incluye la selección de 98 galerías latinoamericanas, europeas y las mal llamadas americanas, con incontable número de artistas–, implicaría miles de caracteres aburridos con los nombres de cada participante y la gentiliza de los sponsors que hicieron posible, una vez más, que la frase célebre de Marta tenga sentido: “el arte no se regala, se vende” (pero ahora sin romper nada).

 

Visitar la edición número 21 de la feria de arte contemporáneo es experimental, guste o no el fin y los medios que se desprenden del acontecimiento. Es un recorrido obligado para juzgarlo desde cualquier punto de vista. Divierte, satura, ¡libera!

 

Más allá de las teorías culturales, la reproducción en serie, el consumismo y la dualidad masivo/para unos pocos, estos encuentros hacen posible la popularidad de un sector selectivo que merece ser destacado.

 

El artista interior se apodera del público opinólogo en uno de los eventos más importantes que realiza en el país y hay que dejarlo salir.

 

Fotos: Lala Silva + Germán Krüger

 

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