Homenaje a Pizarnik, a 40 años de su ausencia

Este 2012, se cumplen 40 años de la desaparición de la poeta argentina, Alejandra Pizarnik, una de las más relevantes de siglo XX, quien el 29 de abril festejaría su cumpleaños número 76.

En el marco del 40º aniversario de su ausencia, se llevará a cabo un homenaje a su obra en el que se combinan las artes visuales y la palabra, del 3 al 27 de mayo en el Museo Enrique Larreta, Juramento 2291, de la Ciudad de Buenos Aires.

 

El artista e ilustrador, Santiago Caruso, exhibirá 24 esgrafiados de la serie sobre la prosa “La Condesa Sangrienta”, junto a otra serie de 9 acuarelas de la obra “El Eco de mis Muertes”, sobre la poesía de la escritora. El mismo Caruso dará una visita guiada y una charla sobre el proceso de creación de las imágenes

 

También se exhibirán objetos de la autora: su máquina de escribir, libros de su biblioteca personal, manuscritos, cartas y fotografías prestadas por amigos, destacándose dos fotos tomadas por la renombrada Sara Facio.

 

Además, en el marco del homenaje, brindarán charlas importantes escritores, editores y amigos de Alejandra. El poeta y amigo de sus últimos días, Fernando Noy, interpretará textos de Pizarnik en la apertura de la muestra.

 

Cristina Piña, escritora y estudiosa de la poeta, e Ivonne Bordelois, ensayista y gran amiga de Alejandra, hablarán sobre la próxima edición de una nueva Correspondencia.

 

Además, Ana Becciú, encargada de compilar la obra de Pizarnik, hablará sobre la edición de la Prosa, Poesía y los Diarios.

 

La apertura de la muestra será el 3 de mayo a las 19 hs.y en el museo se podrá adquirir el libro “La Condesa Sangrienta”, ilustrado por Santiago Caruso y editado por Libros del Zorro Rojo.

 

Reconocida por generaciones, Alejandra Pizarnik murió el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, producto de la ingestión de pastillas de Seconal.

 

A pesar de haber visto a sus amigos, conversar por teléfono con otros, pedir prestado algunos libros y hasta organizar una salida con su amiga Olga Orozco, una dosis de barbitúricos logró que la poeta fuera “hasta el fondo”, como lo enunciaba y anunciaba la pizarra de colegiala que colgaba en una de las habitaciones de su departamento.

 

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