El periodista hizo un ejercicio que contempló un gran esfuerzo de memoria, lo retrotrajo a su infancia, pensó en aromas, sabores y sensaciones relacionados con las metalúrgicas que atravesaba su apogeo justo en los años en los que “el profe” estaba en edad de maravillarse y absorber todo lo que sucedía en su entorno.
“El recuerdo más fuerte que tengo es que yo vivía muy cerquita de una metalúrgica muy grande que se llamaba ‘La Cantábrica’, recuerdo su ruido, el hollín que despedía su chimenea y la cantidad de gente que se movilizaba por la zona todos los días para ir hacia la misma”, explicó.
Además, detalló que también se acuerda de los “pequeños talleres, alrededor de ellos uno podía encontrar esa metalúrgica muy grande y un par de textiles, la ‘Dalfa’ que es donde hoy hay un shopping, que se llama Plaza Oeste; y también la ‘Textil Castelar’ que quedaba a diez cuadras para el otro lado de Morón”.
Y describió que “esas grandes fábricas eran las que hacían como una especie de hormiguero a la mañana, los trenes y colectivos iban abarrotados, la gente corriendo hacia el trabajo, eso me lo acuerdo porque me impactó muy fuerte en contraste con lo que fue los ’90”.
Luego explicó que lo que realmente lo impactó fue que en los ’90, esas fábricas que lo acobijaron en la infancia, “terminan cerrando” y que eso “fue muy fuerte porque de repente había tres edificios gigantes, fantasmas donde no había nada y un montón de estructuras más chicas cerradas con las cortinas bajas”.
Paralelamente, señaló que su vida en Morón también está muy relacionada con las experiencias propias del crecimiento, y en ese sentido, remarcó “tengo recuerdos vinculados con mis paseos en bicicleta durante mi infancia, con la adolescencia y el ir a la plaza principal de la ciudad, donde había dos leones de mármol y todos los chicos queríamos subir ahí, también había un ombú y todos jugábamos alrededor de ese árbol”.
Luego, Romero habló con este portal acerca de su profesión y confesó que desde chiquito se le despertó la pasión por el periodismo. Al respecto, mencionó que “el primer recuerdo que tengo de un acercamiento al periodismo fue cuando en el colegio, que queda pegado a la Catedral de Morón, tuvimos que hacer un periódico escolar”, para lo que el por entonces niño sintió un gran entusiasmo, “a mí me entusiasmaba mucho, si el diario contenía 20 notas yo habré hecho 7, trabajaba bastante para el mismo”, confesó “el profe”.
Luego, remarcó que “la experiencia de ser el director del diario de Morón lo vivo con mucho orgullo porque atravesamos toda la historia de los ’90 junto con los vecinos”. Y explicó que cuando salió el diario “empezó a tener una repercusión importante por las figuras políticas que nos gobernaban y porque los vecinos enseguida encontraron su canal de expresión” y que, a partir de eso “el diario empieza, junto con la fuerte experiencia del surgimiento de radios alternativas y otros canales de comunicación, a ocupar un lugar en la sociedad”.
“Y este medio gráfico fue un fenómeno que acompañó el proceso de las radios y la televisión comunitaria y que venían a reemplazar medios que estuvieron durante muchos años domesticados como mayor parte de la Argentina en las sucesivas dictaduras”, sostuvo Romero.
A continuación, manifestó que su Morón “es una gran ciudad que forma parte del Conurbano donde viven miles de personas” y que en ese sentido, “no es tan fácil como en un pueblo del interior conocer a todos los vecinos, aunque de todas maneras por distintas cuestiones de la vida uno se va cruzando, en la escuela, en el subte, en la calle, en el baile, en un comercio”.
Es por eso que el municipio, como todos los barrios del Conurbano, tienen problemas para despertar un sentimiento de pertenencia y de identidad entre los vecinos porque, como explicó el periodista, “acá uno pasa de una ciudad a otra con una sensación de continuidad, es como una unidad, no hay una separación y eso es una dificultad para instalar el sentimiento de pertenencia cuando es la misma geografía, etc.”.
Por otra parte, “el profe” evaluó la situación actual del municipio y lo comparó con lo que vivió el país en los ’90 y en particular, con la realidad que atravesó Morón en esa época. En esos años, “arribó un tipo muy conocido a la ciudad, un locutor cuya voz era muy conocida en los ’70 y, además, era uno de los que más se escuchaba, su voz era muy popular”.
Ese hombre significó uno de “los primeros fenómenos de irrupción de alguien de los medios en la política y además, como tenía el apoyo del por entonces presidente de la Nación, Carlos Ménem, sumaba otro condimento” y resumió: “era el único representante del mandatario en un municipio, hay que recordar que la Provincia de Buenos Aires era Duhaldista y él era el único menemista”.
Las técnicas implementadas por este sujeto y el modo de manejarse en las cuestiones políticas y económicas estaban vinculadas a la experiencia recabada durante los ’70 en su participación en la ‘Triple A’. En ese marco, Romero explicó que esa situación “generó una movida mediática y los ’90 pasó a pensarse como el modelo de la hipercorrupción, del menemismo desenfrenado, era una cosa muy particular, un tipo que iba de traje y zapatos blancos a la municipalidad, se manejaba en helicóptero para todos lados y eso generó un contrafenómeno, también político que fue la irrupción de Sabbatella”.
En alusión al recientemente asignado Presidente del Directorio de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, dijo que “él se presentó como contrafigura, alguien muy joven, militante de la política” y subrayó que “fue un adelantado del Kirchnerismo”.
Además, remarcó que “el neoliberalismo de los ’90 y el menemismo en su máximo esplendor fue reemplazado en el 2000, después de mucha pelea, por alguien que venía a representar justamente lo opuesto y que fue un adelantado del Kirchnerismo”, e informó que “fue el primer intendente del Conurbano que puso arriba de todo la agenda de los derechos humanos, aún cuando nadie hablaba de ello y en ese sentido creó la casa de la memoria en Morón, entre otras gestiones”.
Por último, “el profe” expresó que teniendo en cuenta la historia que los atraviesa, pediría tres deseos para el municipio, “cultura y esperanza” y “trabajo para todos, porque eso repercute mucho en el resto de las actividades cotidianas, si hay trabajo, hay más alegría, más esparcimiento, más salud, más todo”.
Por Shalom Jaskilioff
@shalomjaskilioff