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General Pinto cumple un año más

Se trata de la localidad ubicada al noroeste del territorio provincial, sobre la Ruta Nacional nº 188, a 355 km de la Ciudad de Buenos Aires, la misma que vio nacer a un artista muy particular, el talentoso William “Chiche” Esquelino, quien además es parte importante de la historia local ya que logró recompilarla, registrarla y sistematizarla en un libro que llamó “Conocernos Fielmente”.

“Chiche”, apodo por el que todos lo conocen en su pueblo, nació en Pinto el 15 de enero de 1938. A los 14 años comenzó a trabajar como fotógrafo “en serio”, ayudando a su padre en la casa de fotografías que fundó en 1925. Pero también desarrolló otras aptitudes para las artes, como la fabricación de barriletes y el dibujo; la música, con la armónica; los deportes, como el fútbol, la pelota paleta o natación; y la crianza de animales.

 

El escritor, fotógrafo y artista, explicó que “esta ciudad, que tiene su origen en el primer avance de la línea de fronteras, inicia su existencia el día 23 de octubre de 1869, cuando llega el Ejército al Mando del Coronel don Martiniano Charras –procedente de Junín– y toma posesión del médano Ancaloó, donde poco después levantaría el Fuerte que él denominó General Lavalle”. Además, recalcó que, al amparo de ese fuerte, comenzaron a instalarse las primeras familias que constituyeron un asentamiento poblacional, convertido luego en incipiente pueblo, conocido con el nombre del fuerte, dependiente de Lincoln.

 

“El gobernador Dardo Rocha lo reconoce como pueblo en 1883 y, poco más tarde, el 22 de octubre de 1891, por proyecto de los legisladores Massey y Monteverde se crea nuestro Partido con el nombre de General Pinto”, detalló. El nombre que se impuso al pueblo fue en honor a quien fuera militar, legislador y gobernador interino de la Provincia de Bs. Aires, en tres oportunidades. Y terminó con la historia: “como se ha explicado, ésta fue fundación de hecho, por lo cual se toma como fundador a don Martiniano Charras pues su llegada aquí produjo la formación de un pueblo”.

 

A continuación, Esquelino habló de sus primeras experiencias en General Pinto y recordó que “mi primera actuación por encargo de mi padre fue en julio de 1952, en actos oficiales con misas que se realizaban por el fallecimiento de la señora Eva Perón”. Además, explicó que “cuando digo que comencé en serio es porque la fotografía, para mí, fue siempre un entretenimiento, uno de mis hobbies”.

 

Por otro lado, señaló que también incursionaba en deportes como el fútbol, la pelota a paleta y la natación “en la pileta del club Deportivo” y que además, durante su infancia disfrutaba mucho al fabricar barriletes y hacerlos volar, “para lo cual tuve a mi padre como instructor”.

 

Ya de grande, a los 50 años,  le llegó la propuesta para colaborar con el Gobierno Municipal desde la Dirección de Cultura y Prensa. “Me gustó la idea y acepté”. Al mismo tiempo, sostuvo que “en prensa me desenvolvía algo mejor porque siempre había escrito para algún medio de la zona y eso me agradaba”. Sin darse cuenta, estuvo 16 años: “me llegaron los 65, el cambio de Gobierno en el 2003 y por consiguiente, mi retiro”. De todas maneras, “para no oxidarme con la inactividad, en 2005 comencé a trabajar para un diario de Lincoln, (La Posta-Cooperativo) y a mis 74 años de edad he presentado un libro de historia local que lleva el nombre de ‘Conocernos Fielmente’”. El mismo es una reseña histórica y anecdotario de General Pinto.

 

De chiquito, inventaba cosas continuamente y, al transitar por la vida, fue aprendiendo diferentes oficios y técnicas manuales. Al respecto mencionó que “he incursionado en manualidades de todo tipo, por ejemplo carpintería, dibujo, fabricación de llaveros con resina, la música siempre y en todo momento, al principio la armónica”.

 

En esa línea, recordó que “en 5to grado me hicieron participar de la fiestita por el 25 de Mayo interpretando un tema con la harmónica, ¡qué vergüenza tenía!, y las maestras que me animaban eran la señora Iriarte de Pérez y la Directora, señora de Romero, inolvidables”. Y continuó ofreciendo a este portal un sinfín de anécdotas entre las que contó que “una vez me disparé por la ventana y al otro día me tuvo que llevar mi hermana Raquel a la escuela y me dejó en presencia de mi maestra, por suerte ¡LA SAQUÉ BARATA!”.

 

Paralelamente, expresó que a lo largo de su vida también se dedicó, por etapas, “a la crianza de conejos, chanchitos de la India, gallos de riña, los misteriosos gusanos de seda (que solo comen hojas de moreras), luego mayorcito tuve galgos para cazar liebres”.  Y, para ese entonces, en 1967 organizó, junto a su mujer y sus amigos “Cholo y Elsa”, la primera carrera de galgos en Pinto. “¡Qué lindos días esos!”.

 

Para cerrar con sus experiencias en su amada ciudad, expresó que “siendo el menor de cinco hermanos y único varón, tuve el consentimiento y apoyo de mis padres y hermanas en todo lo que iniciaba, siempre fui “el nene” que quería hacer tal cosa y siempre lo hice, claro”. Es por eso que a lo largo de toda su vida logró ser un poco músico, cunicultor, “galguero”, ventrílocuo, mago, escritor y por siempre fotógrafo. El último, “fue el oficio que abracé y practico todavía porque lo amo con toda el alma, creo que es evidencia genética que debe honrar a mi familia, y, además, siempre he encontrado apoyo institucional, social, y municipal en este momento más que nunca”.

 

General Pinto para William Esquelino

 

A continuación, el multifacético artista comenzó a hablar acerca de su ciudad de origen, su “lugar en el mundo”, al respecto, remarcó que “en cualquier lugar de la tierra en que uno se siente, estará sentado sobre el mundo”, y con muchos sentimientos y recuerdos pasándose delante de sus ojos, dijo: “pienso que mi ciudad es todo: mi cuna, mi hogar, la niñez junto a mis padres y hermanas”. Y que también es “el lugar seguro que jamás dejaría por nada”.

 

Es por eso que el motivo más grande de orgullo para William es “cuando los visitantes alaban los aspectos más notables, aparte de su aspecto físico, la calma, la paz, el aire puro, la familiaridad, la amistad entre vecinos”, y preguntó “quién cambiaría todo esto”. Al mismo tiempo, remarcó que “es un lugar para los poetas, un paraíso, una buena opción para los jóvenes, para estudiar, trabajar, vivir alejados de los vicios y las tentaciones letales que anidan en las grandes urbes”.

 

Además, explicó que “General Pinto pertenece a la llanura del oeste bonaerense, puedes viajar miles de kilómetros por aquí que solo encontrarás alguna que otra laguna y algún médano socavado por el laboreo de la tierra”, y afirmó que “la ciudad es pequeña pero bonita, seguramente recorrerla será grato al visitante”.

 

De acuerdo a su experiencia como un ciudadano que nació allí, y que vio crecer la localidad, recalcó que “se ha extendido últimamente en forma notable, en virtud de los muchos barrios de viviendas construidos por los gobiernos de turno” y que “en estos últimos años se ha ampliado en tres o cuatro nuevos sectores que ponen una nota de importancia a lo que antes eran quintas y ahora coquetos barrios de bonitas viviendas”. A la vez que habló sobre el Museo Municipal. “Está construido en un extremo del médano Ancaloó, es una réplica del Fuerte General Lavalle solo que en vez de muralla de adobe, este tiene palo a pique, que seguramente será cambiado en el futuro”, contó. Éste, cuenta en su acervo con artículos de uso común en los viejos tiempos, armas, uniformes, y en su patio se conservan herramientas de labranza de la más antigua data.

 

Por otra parte, recomendó visitar el edificio de la Municipalidad, “es muy bello y está recién refeccionado, lo mismo la Iglesia San José, la sede de la sociedad Italiana, la Sociedad Española, el edificio de Anses, todo esto forma un vistoso conjunto y rodean a la nueva plaza pública que fue reconstruida por el gobierno actual en 2006”. En Pinto, las actividades culturales son múltiples y para todos los gustos, “personalmente, en el  2008 participé de un taller literario que se repitió en 2009 y 2010, fue una experiencia incomparable para muchos escritores aficionados de este lugar. Y no quiso olvidar de mencionar que “este año la Secretaría de Cultura ha creado un museo de cera que está abierto los días domingo y es muy visitado por los vecinos”.

 

Más tarde aseguró que “si tengo que destacar uno de los aspectos más notables que lo diferencien de otras ciudades, es sin dudas, la cantidad de chicas hermosas que tiene Pinto”, y explicó que en varias y repetidas oportunidades, mujeres oriundas de la localidad en cuestión han obtenido el máximo galardón en concursos de belleza, “hemos tenido últimamente la Reina Provincial del Carnaval elegida en la ciudad de 25 de Mayo, Reina del Girasol en la Fiesta de Carlos Casares, y tenemos un caso en que fueron elegidas Reinas Provinciales, la madre y sus dos hijas, en sus respectivos tiempos, naturalmente”.

 

Luego, habló sobre los vecinos del distrito e indicó que “el nativo generalmente es buena gente, enamorado de su pueblo y de su campo, evoca en forma permanente los viejos tiempos, cuando las grandes estancias daban trabajo a mucha gente y el medio de transporte común era el caballo”. “El pintense nato es confiado, servicial, despreocupado  y se conoce fácil porque cultiva la costumbre del saludo, ese ‘chau’ característico del pueblero que, con el modernismo y las costumbres de la juventud, se va perdiendo”, se refirió melancólicamente.

 

Para ir terminando, mencionó que “deseo que esta querida ciudad mía continúe avanzando hacia un futuro de grandeza; que tenga siempre mandatarios jóvenes, emprendedores, inteligentes; pero siempre en democracia; que no retornemos a las rémoras del pasado”. Y continuó: “así aseguraremos un porvenir feliz para las futuras generaciones de pintenses y los que, sin duda, se vendrán a vivir a nuestro “Pinto pintoresco”, como decía un viejo inmigrante italiano”.

 

Por último, “quiero contarles que este año se cristalizó un sueño en mi vida, he logrado que los vecinos de Pinto lean un poco más sobre nuestra historia a través del libro ‘Conocernos Fielmente’, que pude editar con la colaboración de Cultura Municipal y la sucursal local del Banco Provincia”. Para ello, “conté con ayuda de muchos amigos y vecinos que aportaron datos y fotos, y lo más valioso que tantas veces uno olvida decir, el “aguante” de toda mi familia que cubrió ausencias, toleró atrasos y otras impuntualidades”, dijo.

 

Al mismo tiempo recordó a su esposa “que esperó tantas veces con la comida lista y sin enfadarse, y por supuesto, el permanente apoyo de mis hijos, nuera, yerno y nietos con quienes pude contar siempre que fue necesario”.

 

“Este es mi sincero reconocimiento, en el cual incluyo a Letra P, por haberse interesado en mis humildes actividades”, finalizó.

 

Por Shalom Jaskilioff
@shalomjaskiliof

 

Guillermo Montenegro y Ramón Lanús.
Casa Mar en Pinamar.

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