La vice faltó a Tucumán por gripe, pero no a la jornada militar. La pelea Caputo-Sturzenegger, desmentida por las redes. Las tres citas de Jorge Macri.
El desfile militar más grande de los últimos 40 años -desde la recuperación de la democracia, ningún gobierno había hecho semejante despliegue castrense, incluido un show de aviones de la Fuerza Aérea que surcaron el cielo porteño- fue coronado por una postal escenificada que la Casa Rosada diseñó: Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel, codo a codo, arriba de un tanque.
La imagen del Presidente y su compañera de fórmula cerró el operativo reencuentro que comenzó temprano en el Día de la Independencia. Fue después de la ausencia de Villarruel en el promocionado y demorado Pacto de Mayo, que fue firmado a la medianoche por Milei y la mayoría de los gobernadores.
La vicepresidenta justificó el faltazo, que bastante ruido hizo en la noche tucumana, por un cuadro de gripe. El presunto problema de salud, en cambio, no le impidió asistir al tedeum patrio oficiado en la catedral metropolitana cuando en Buenos Aires los termómetros marcaban temperaturas bajo cero ni estar varias horas al aire libre en el palco montado en Avenida del Libertador, desde donde las autoridades siguieron el desfile, que arrancó a las 11 y terminó casi a las 14.
Con la ayuda de oficiales militares, Milei y Villarruel se treparon a un Tanque Argentino Mediano (TAM 2C) y, mientras saludaban al público, recorrieron menos de una cuadra. Después, volvieron al palco, donde también se encontraban Karina Milei y los padres del mandatario.
La relación de la vicepresidenta con las Fuerzas Armadas no merece ninguna actualización: fue el perfil que más se encargó de reflejar desde que se metió en política partidaria con La Libertad Avanza (LLA) y en la campaña 2023, en la que bordeó el negacionismo. Milei, en cambio, profundizó su costado militar desde su asunción. El primer paso fue en su primer aniversario de la guerra de Malvinas como presidente. En aquel discurso del 2 de abril, llamó a abrir una etapa de “reconciliación con las Fuerzas Armadas”. Días después, se puso traje de fajina (literal) para recibir a Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos.
Por haber regresado al país antes de tiempo, al cancelar su gira en el exterior por la escalada de tensión en Medio Oriente, Milei no pudo subirse a un F-16, como planeaba hacer en Dinamarca. En su lugar, el ministro de Defensa, Luis Petri, pudo volar de copiloto en uno de los 24 aviones de combate que compró la Argentina en uno de los contratos militares más suntuosos de las últimas décadas.
La novela entre Milei y Villarruel, un nuevo capítulo que se suma a la tradición argentina de recelos entre presidentes y vices, no fue el único ruido interno que intentó aliviar el palco de la concordia. A menos de una semana de que Mauricio Macri se plantara frente a la administración libertaria, por primera vez en público, para que el Gobierno cumpla el fallo de la Corte y le devuelva el porcentaje de coparticipación a la Ciudad que Alberto Fernández le quitó, su primo Jorge se codeó con el Presidente en su tercera actividad conjunta en menos de 12 horas.
El jefe de Gobierno porteño estuvo en el Pacto de Mayo, pero, a diferencia del expresidente, no la pasó a la intemperie sino que fue a firmar el acuerdo con sus pares provinciales. Además, compartió el tedeum con Milei.
Como no hay dos sin tres, el desfile fue aprovechado por otro dúo del que mucho se habla (y no justamente sobre su buena sintonía): los ministros Toto Caputo y Federico Sturzenegger, flamante titular de la también flamante cartera de Desregulación y Transformación del Estado.
"Seguiremos así de peleados con @fedesturze trabajando para el país", tuiteó el jefe de Economía, en clara referencia al sinfín de versiones que indican la desconfianza mutua que se tienen desde que ambos compartieron otro gabinete, el de Macri que se presentó en 2016.
"Se están matando", ironizó Javier Lanari, el subsecretario de Prensa. Puede ser un tuit para guardar y enmarcar. Lo sabe el vocero presidencial, Manuel Adorni: no pasó mucho tiempo desde que, en una de sus habituales conferencias de prensa, afirmara que -como testigo de las reuniones de gabinete- no había visto ninguna pelea, hasta que fue eyectado Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete, uno del medio centenar de funcionarios que ya dejaron sus puestos desde el 10 de diciembre.