Curiosa dualidad se da en el interior de una de las principales entidades de la banca extranjera en Argentina. Mientras el presidente de la filial porteña del Banco Santander, Enrique Cristofani, elogia en encuentros reservados a Daniel Scioli y hasta en la city se dice que lo prefiere por sobre Mauricio Macri, en Wall Street el mismo banco distribuye dossiers entre grandes inversores en los cuales todas las fichas se ponen en el jefe de Gobierno porteño.
Los papeles argentinos en el exterior atraviesan un momento excepcional, lo cual exalta a los grandes inversores con sólo imaginar lo que sucedería si el próximo presidente fuera pro mercado.
Ese pronóstico en Estados Unidos va de la mano del hecho de que Macri tiene buena relación con Hillary Clinton, que podría ser presidente en 2016 (Scioli en cambio ha hecho buenas migas con el esposo Bill Clinton).
Macri llega a Hillary gracias a los oficios de Jack Rossen, presidente del Congreso Judio Americano y uno de los lobistas mas influyentes en Washington. Macri le habría prometido a Rossen un claro alineamiento con Israel (y contra Irán), algo que se reforzó a partir del estallido por la muerte de Alberto Nisman.
Los reportes recientes del Santander en Nueva York irían a favor de Macri con un claro sustento geopolítico ya que señalan que es el único presidenciable capaz de retirar a la Argentina del llamado eje político “no positivo de América Latina” que para los inversores se constituye por Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Este supuesto apoyo podría ser relativizado si se considera que la semana pasada la filial estadounidense del Santander no aprobó los llamados “test de estress” a los cuales son sometidos los bancos por la Reserva Federal que encontró serias deficiencias en los sistemas de gobierno del banco y en sus planes de capital.
Pero el Santander no es el único apoyo que tiene Macri en el ámbito de las finanzas globales. El HSBC y el UBS también estarían emitiendo informes reservados en los cuales se festeja el crecimiento del Pro en las encuestas. El primer caso es más que entendible si se considera que la sede local del HSBC vive en un permanente frente judicial con el Gobierno que incluso llega a la figura del presidente del banco, Gabriel Martino.
En estos casos el comentario más elogioso para con Macri es que en una eventual presidencia del Pro el Banco Central recuperaría plena autonomía del poder político, algo que el jefe de Gobierno prometió en su última visita a Wall Street en marzo del año pasado.
Las amenazas en cambio aparecen en el plano de la gobernabilidad, ya que en Estados Unidos se descuenta que de no lograr un tejido político fuerte, al macrismo le sería casi imposible lograr leyes de fondo en el Congreso.