Las fábricas producen 25% menos que el año pasado y reducen la oferta. Cae a la mitad el consumo de las artesanales y las franquicias dejan de ser negocio.
El negocio cervecero en la era Javier Milei
La recesión de Javier Milei dejó a la industria cervecera tirada. Las marcas comerciales producen un 25% menos que el año pasado y reducen la oferta; las artesanales acusan el mayor impacto por la caída del consumo y el cierre de fábricas y bares; y las cervecerías de franquicia están bajando las persianas.
Los tres esquemas de negocios -industriales masivos, productores artesanales y franquicias- pasaron del boom a la supervivencia en poco tiempo como consecuencia de la inflación, el tarifazo de Toto Caputo que les triplicó el costo de la energía, los insumos dolarizados y el aumento de los alquileres.
"La industria está 25% abajo en volumen respecto de 2023, que tampoco fue bueno; y el consumo está por el piso”, dijo a Letra P el vocero de uno de los dos grandes grupos empresarios -Quilmes y la chilena CCU- que producen cervezas industriales y tienen el 85% del mercado nacional.
Las cervecerías industriales controlan el 97% del mercado y las artesanales ocupan el 3% restante.
“La baja es por diferentes factores: el poder adquisitivo de la gente, el invierno más frío de los últimos 60 años y precios de vinos extremadamente baratos”, dijo Martín Boan, presidente de la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA) al ser consultado por Letra P.
El empresario admitió que mayo y junio fueron meses “muy malos para toda la gastronomía en general y muchos empresarios y emprendedores tomaron decisiones de cierre en ese contexto”.
"Diciembre fue un cachetazo, luego el tarifazo y la inflación. Por ejemplo, el Día del Amigo no traccionó, pero el último fin de semana fue extraordinario. Hay que esperar y hablar en 60 días", describió el referente del sector y creador de la Copa Argentina de Cerveza.
Boan aseguró que "es un contexto muy difícil" y planteó: "Tenemos salir a buscar el cliente, cuidar el producto, la marca, manejar las redes y acompañar al consumidor con los precios, como lo está haciendo el vino".
Las promociones agresivas por bajas ventas que hicieron las marcas masivas también conspiraron contra el ecosistema artesanal. La lata con un precio de $900 en los comercios (próximas al vencimiento) sacó de la cancha cualquier esfuerzo de quienes producen cerveza artesanal que están en ese canal de comercialización y utilizan más lúpulo que las industriales, por lo que son más caras.
Rodrigo Fernández, presidente de la Asociación de Cerveceros Artesanales Platenses (ACAP) dijo que en La Plata tenían 70 asociadas y ahora quedan 35. “Al menos siete productores consolidados cerraron sus fábricas en lo que va del año”, graficó.
El dueño de Cervecería y Destilados Rey de Espadas aseguró que “el verano quedó planchado y el invierno se hizo crudo y largo”.
"Los productores estamos asociándonos para comprar insumos, cocinar en un solo fermentador y repartir los litros producidos para abaratar costos, porque el producto no se vende”, dijo Fernández.
La producción de cerveza artesanal y el boom del negocio se dio entre 2015 y 1017. Las fábricas artesanales se clasifican según el tamaño de los fermentadores, los más pequeños van de 50 a 500 litros.
“Esa escala de producción genera dos o tres puestos de trabajo por fábrica”, destacó el empresario para dar un parámetro de lo que se está derrumbando.
La crisis afecta a toda la cadena. Los vendedores de insumos sufrieron con la mega devaluación de fines de 2023. Por ejemplo, un kilo de lúpulo en enero se vendían a $45.000, pero la recesión generó que ahora haya ofertas por $26.000. El lúpulo también hay que mantenerlo frío y cada día que se retiene aumenta el costo y baja la rentabilidad.
“El problema más grave lo tienen los bares que no fabrican cervezas, incluso a pesar de que el comercializador se lleva más plata que el productor, pero no hay ventas y tienen costos fijos diarios”, explicó a Letra P Gabriel Montenegro, de la Asociación de Cerveceros de Berisso.
Montenegro explicó que para ser más competitivos en precios, quienes producen usan menos lúpulo. "Se dejaron de ver las cervezas zarpadas con mucho lúpulo. Una doble IPA lleva más lúpulo que una lager", ejemplificó.
En el sector afirman que "hay un cierto agotamiento" de quienes consumen las cervezas espesas fabricadas con más lúpulo y un resurgimiento de las rubias, livianas, suaves.
La fábrica de cerveza artesanal marplatense Antares, que impuso su modelo de franquicias, también está en crisis. Primero la pandemia y después los períodos cada vez menos rentables, hicieron que cerraran locales importantes y exitosos, entre ellos los de Rosario y La Plata.
La crisis transformó la naturaleza del franquiciado en gastronomía. Actualmente no hay requisitos rígidos, sino que prima la "flexibilidad". Tampoco hay cifras fijas de ingreso para instalar el comercio. Los costos de los alquileres y los tarifazos cambiaron las reglas.