El Presidente vaticina una baja del IPC, pero este mes acecha los planes de Toto Caputo. El subibaja que enciende alertas amarillas en la economía.
Javier Milei, con Karina Milei y Guillermo Francos.
Javier Milei y el desafío de la inflación.
El INDEC dará a conocer este martes el índice de inflación de febrero. Traería una "buena noticia" que Javier Milei preparó con una picardía que ya es figurita repetida: anticipar desastres como si fueran prodigios para luego festejar, número en mano, dicho desastre o, mejor, uno apenas menor. El Presidente anticipó que estará abajo del 15%. "Es un numerazo", celebró.
Como sea, el Gobierno dirá que el IPC cae a razón de más de cinco puntos porcentuales por mes desde su megadevaluación de diciembre, pero ocultará dos hechos. Por un lado, que un 15 o un 14 y pico mensual seguiría resultando una calamidad irreconciliable con su narrativa sobre las bondades del shock, cuyos resultados no son precisamente de shock sino de insufrible gradualismo. Por el otro, la preocupación que le provoca el repunte de marzo. ¿La política antiinflacionaria, razón de ser de la motosierra paleolibertaria, está en crisis?
El propio Presidente admitió que "marzo va a ser un mes muy complicado, muy denso", pronóstico que matizó al afirmar: "no descarto que en abril pueda haber un derrumbe de la inflación como el que tuvo el dólar en febrero". Posible, aunque difícil: parte de las dificultades del mes en curso y de los que seguirán – un calvario para las personas pobres, jubilados y trabajadores de clase media, esto es todos los que viven de ingresos pasados por la licuadora– se explica en el sendero violento de eliminación de subsidios al transporte, la luz, el gas y el agua, con su esperable derrame sobre los demás precios de la economía. La medicina privada y otros servicios y bienes seguirán provocando estragos para quienes aún los pagan.
El mercado libre que Milei y Luis Toto Caputo imaginan más libre que lo que en verdad es le pone límites a la desinflación al al propiciar una carrera desenfrenada por la apropiación de la riqueza.
Este medio advirtió más de una vez sobre la posibilidad de que –al revés de los postulados oficiales– la inflación no baje de modo regular. Incluso de que se amesete a pesar de la severa restricción de pesos que supone el Caputazo y derive en un segundo ciclo de devaluación-inflación-recesión, infierno de la mileinomía. La luz amarilla se prendió en el tablero de Milei y Caputo.
Según la liberal Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, "en la primera semana de marzo, la inflación en la Ciudad de Buenos Aires, medida por el IPC-FIEL se ubicó en 5,7%, 15% respecto por encima de la primera semana de febrero y 304,7% comparado con un año atrás".
Ante eso, no sorprende que Milei se excuse alegando que el dígito tan deseado se demora por la forma en el que los supermercados establecen sus promociones de "dos por uno", algo que existe desde hace años y en todo el mundo aunque él lo descubra recién ahora.
Tampoco debería llamar la atención que el ministro de Economía haya vuelto a citar a los responsables de las principales cadenas de supermercados para decirles con mayor claridad, y dejar plasmado en un comunicado oficial, que "los precios de los productos de consumo masivo no reflejan hoy la nueva realidad económica", por lo cual se discuten "alternativas para combatir la suba desmedida de precios y proteger de este modo a los consumidores". Toto… en qué te han convertido…
Tras la desregulación y el fin de los acuerdos de precios y los mecanismos de supervisión de la transmisión de costos a través de las cadenas de comercialización, el resultado fue y sigue siendo una suelta interminable de remarcaciones.
¿Viva el dirigismo, carajo?
Según plasmó Caputo en el comunicado de marras, "se está siguiendo a rajatabla el programa económico, basado en el equilibrio fiscal y en la recomposición del balance del Banco Central". El problema es que el gobierno de por sí débil de La Libertad Avanza (LLA) amplifica su fragilidad a punta de un maximalismo ajeno a sus capacidades. Así, la combinación de motosierra y licuadora –recargada para ahorristas no sofisticados con la nueva baja de tasas– vuelve a encontrar obstáculos para su institucionalización en la "ley Bases", tal como surge de un diálogo que vuelve a mostrar tensiones con gobernadores que no se sabe hasta qué punto podrán o querrán controlar la conducta de sus diputados y senadores.
Tema especialmente sensible del Caputazo, el desbarajuste de las jubilaciones llega a la Cámara de Diputados, donde debería realizarse mañana una sesión especial para tratar una nueva fórmula de movilidad que indexaría los haberes de modo retroactivo a enero.
Se sabe que el aporte forzoso de los adultos mayores a las ideas de la libertad da cuenta de casi la mitad del ajuste fiscal que enorgullece al Gobierno, por lo que tal fórmula diluiría en buena medida el Caputazo.
¿Habrá blanqueado Diana Mondino con sus ocurrentes declaraciones del fin de semana el lugar que el oficialismo les reserva a las personas de edad avanzada –el de la simple espera de lo inevitable– en la nueva Argentina?
Mientras, Martín Menem busca ayuda en la estoica bancada radical para darle largas el asunto. El miedo no es zonzo.
Con la mira puesta en despejar el panorama de vencimientos de deuda y, con eso, aliviar la carga de los intereses sobre el Tesoro, Caputo lanzó un agresivo canje de deuda para patear el 95% de los vencimientos del año –unos 55 billones de pesos– a un lapso que va de diciembre del año próximo a junio de 2028.
La nueva deuda estará atada a la inflación y reemplazará papeles viejos también ajustables por CER, dollar-linked y bonos duales.
El hecho de que dos tercios de esos papeles están en manos de dependencias del Estado le pone a la operación un piso alto, pero se verá el viernes qué nivel de adhesión generó entre los inversores privados, muchos de los cuales tampoco tienen demasiadas opciones.
Un éxito acortaría el camino al levantamiento del cepo, ya que despejaría el corto plazo de la necesidad de lanzar muchos pesos al mercado para honrar los compromisos. ¿Primer paso hacia la dolarización?