La UCR fue un partido grande, especialmente en Córdoba, donde ostentó gestiones exitosas en el gobierno de la provincia, en la capital y en más de una centena de municipios del interior. Muchas de las políticas implementadas en los ‘90 perduran hasta hoy. La nueva camada dirigencial busca un refresh general de la centenaria fuerza, de gigante estructura interna, pero sacudida por los nuevos lenguajes de Javier Milei y Martín Llaryora.
A nivel nacional, el Presidente demostró que el mayor capital del radicalismo -su extensa y aceitada estructura- parece paquidérmica en la política actual y, como si fuera poco, es prescindible para ganar elecciones.
Este punto pesimista es el que aprovechó también el gobernador para sacudir la desconfianza boinablanca en su tradición. Engorda su Partido Cordobés con radicales agotados por las internas espiraladas, el sapo que tuvieron que comerse con la candidatura de Luis Juez y un historial de derrotas ejecutivas que interrumpió Ramón Mestre en 2011, pero que terminó con un bochazo sonoro cuando buscó la gobernación en 2019.
Rodrigo de Loredo enoja a sus correligionarios cuando dice que las estructuras partidarias no van más. Lo que en realidad advierte en esa reducción mediática es que la UCR, tal como está ahora, tiene que hacer el clic para volver a ser opción de poder. Algo parecido sugiere su socio político Marcos Ferrer cuando dice que los “Giardino” no van más; o el angelocista Javier Fabre que pide una discusión cultural profunda.
La lista imposible de la UCR de Córdoba
La interna radical se desarrolla con silenciosa espectacularidad y con las huellas de un pasado grande. En números redondos, son 6.500 cargos partidarios los que están en juego en la carrera por la sucesión de Marcos Carasso, que tiene anotado al propio Ferrer, a Mestre y a la tercera vía que lidera el legislador Dante Rossi.
Los verdaderamente importantes son 250 cargos que se reparten en la estructura del Comité Provincia y el Comité Capital. Pero en un segundo nivel de importancia, entre delegados departamentales y congresales, hay unos 560 niveles de jerarquía partidaria apetecibles en juego si se cuenta la liga de mayores y la de juventud.
Las autoridades de los comités de los 26 departamentos, los circuitos (un total de 400) y subcircuitos completan la cifra que recuerdan a ese pasado grande, a un agrandamiento partidario que autorizó Eduardo Angeloz para contener el interés dirigencial que despertaba la UCR de Córdoba.
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Marcos Ferrer empezó en la cumbre de Villa Giardino a tejer la unidad. Ramón Mestre sigue plantado y la UCR se prepara para la interna.
La reforma orgánica del partido es un viejo tema pendiente que queda flotando y que se hace más interesante si se pone sobre la mesa el siguiente cálculo: si este 8 de septiembre se miden dos listas, se necesitarían más de 12.000 personas para llenar los cargos. En otras palabras, un tercio de los afiliados que participaron activamente en la interna de 2021 deberían estar anotados en las boletas.
“Esta situación explica que, cada tanto, las listas se rellenen con algún muerto”, reflexionaba con notas de humor negro una fuente boinablanca, que también apuntaba que la Carta Orgánica exige llenar la mitad más uno de los casilleros en disputa.
Rodrigo de Loredo empuja la renovación o la renovación
Sin embargo, esa energía interna explica también que el radicalismo haya sobrevivido a crisis emblemáticas como la de 2001 y se prepare para hacer frente a la actual, con un electorado que migró a las filas de Milei y, en Córdoba, continúa otorgándole ventaja al cordobesismo open mind de Llaryora.
Lo cierto es que, esta vez, la UCR podría jugar a su deporte favorito de la interna en tiempos donde se desaconseja la pelea “chiquita”. La batalla cultural que propone Milei a la casta les hace cosquillas y la bandera de la unidad se agitará hasta último momento.
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Soledad Carrizo, Marcos Ferrer y Rodrigo de Loredo, dos mates y un acuerdo político.
El problema es que dos internistas por naturaleza se enfrentan: De Loredo y Mestre. El primero culpa al segundo de no aceptar que pasó su cuarto de hora. El segundo imputa al primero cierta voracidad y se resigna a “jubilarse” cuando todavía cuenta seis turnos electorales más a su carrera política.
“Están preparados para la guerra”, resumía un avezado conocedor del pugilismo boinablanca. A las 11 de este sábado, los siete núcleos internos que apoyan a Ferrer hicieron una gran foto de unidad. Entre los presentes estaba el exministro de Defensa Oscar Aguad y Juan Negri, el exconcejal que hasta hace poco sonaba en las filas del cordobesismo.
El enojo de Ramón Mestre
Mestre esta enojadísimo con Mario Negri por resignarse a “entregar” el Comité Provincia. El exdiputado está enfocado en la rosca por la Auditoría General de la Nación, pero sus alfiles de confianza niegan un trueque con De Loredo y aseguran que no hay pasividad frente al tema que ocupa a la UCR desde hace más de dos semanas.
El nombre Negri está en danza, pero es el del hijo. Juan Negri es el hombre que propone De Loredo para el Comité Capital, el lugar que quiere Mestre para Facundo Cortés Olmedo.
Si se produce el lanzamiento oficial del dirigente esa será la muestra de que fracasaron las conversaciones que seguirán hasta este lunes, momento en el que vence el plazo formal para la presentación de las alianzas.