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Acciones o bonos por deuda de Vicentin, un negocio de riesgo para el Banco Nación

Los compromisos con la entidad suman 260 millones de dólares. Incobrabilidad, daño patrimonial y conexiones políticas. La letra chica del fideicomiso.

Contar con una cerealera líder, incidir a través de ella en el negocio sojero y captar una porción de su renta, sin retención de grano ni elusiones o demoras en la liquidación de divisas; ese es uno de los costados que explican el interés del Gobierno de Alberto Fernández en expropiar Vicentin. Sin embargo, hay también un ángulo financiero: la abultada deuda que la empresa concursada mantiene con el Banco Nación, que compromete su capacidad prestable y que debe recuperarse de alguna manera. Entre las opciones que se barajan figuran la entrega de parte de las acciones a la entidad financiera o una compensación directa del Tesoro a través de la entrega de títulos de deuda pública.
 

 

Durante la gestión macrista, Vicentin acumuló una deuda de más de 18.000 millones de pesos (unos 260 millones de dólares al tipo de cambio oficial actual) con la entidad que dirigía Javier González Fraga, casi el 80% de toda la contraída con diferentes bancos, tanto estatales como privados. Entre estos últimos se encuentran también el Provincia, el Ciudad y el BICE, además del semipúblico Hipotecario, todos con un compromiso sensiblemente menor.

 

Para el Nación, esa deuda, incobrable si Vicentin iba a la quiebra, implica nada menos que el 20% de su responsabilidad patrimonial, lo que supone una severa limitación a su capacidad crediticia. De ahí los cuestionamientos a la conducción anterior, a la que se acusa de haber vulnerado la normativa de la entidad.

 

 

 

En el mercado se descuenta que el Estado no pondrá dinero para quedarse con la compañía, lo que explica la reacción negativa de sus dueños actuales, quienes dijeron en un comunicado que “el camino elegido nos llena de incertidumbre y preocupación. Nos hemos enterado de la decisión por los medios y estamos realizando las consultas necesarias para entender las características y la profundidad de las medidas anunciadas”.

 

En el texto, el Directorio hizo notar “la legitimidad de proteger los derechos de una empresa argentina y de sus accionistas, de origen familiar y del interior del país”, a la vez que afirmó que la firma está “ajustada al marco legal vigente, dentro de un concurso preventivo de acreedores”.

 

Por estatuto, el Banco Nación no puede vender préstamos a pérdida, como sí lo pueden hacer las entidades privadas, lo que en casos como este lo obliga a entablar largas reestructuraciones de cobro dudoso. Ahora, con la expropiación, se abren dos posibilidades. Una es que esas acreencias se conviertan en acciones, aunque habría que determinar a qué valor y si este será fijado de acuerdo con los activos del grupo o según su flujo de negocios. De más está decir que el equity de Vicentin probablemente hoy valga menos que sus pasivos. La otra, que simplemente reciba como compensación títulos de deuda pública. La decisión entre ambas opciones, que todavía no está tomada, según supo Letra P, involucraría a los otros bancos oficiales acreedores, que han actuado en conjunto en el concurso.

 

La creación de un fideicomiso implica una inversión de dinero en el corto plazo para restablecer las operaciones de Vicentin.

El director del Banco Nación Claudio Lozano resaltó en declaraciones a C5N otro aspecto sensible: que la decisión de establecer un fideicomiso para la operación apunta a “que ahí estén todos los activos del grupo”. Según explicó, en el concurso solo estaban las empresas en default, por lo que “se había dejado afuera buena parte de su estructura patrimonial. Es bueno que (todo) esté adentro porque permite hacerse cargo de buena parte de las deudas que deja”.

 

La creación de un fideicomiso implica una inversión de dinero en el corto plazo para restablecer las operaciones de Vicentin, lo que permitiría obtener ganancias futuras suficientes para hacer frente a los pasivos que se heredarán.

 

En enero, el propio Lozano había presentado al Directorio del Banco Nación un duro informe sobre los créditos masivos otorgados al holding. En él señalaba que “ninguno de los números disponibles justifica la repentina crisis financiera” de la empresa, a cuyos dueños señaló, sugestivamente, como aportantes de Juntos por el Cambio en el último proceso electoral.

 

Vicentin “comenzó a incumplir con los pagos al Banco Nación casi en simultáneo con la elección de las PASO y la derrota de Mauricio Macri ”, añadió.
 

 

 

“En el proceso de endeudamiento que fue acumulando Vicentin con el Banco Nación se superaron los límites a los que podía acceder en función de la normativa correspondiente fijada por el Ente Regulador para las Grandes Empresas (…) Sin fundamento alguno, la empresa obtuvo la refinanciación que requería sin hacer las cancelaciones correspondientes para volver a encuadrar en la normativa”, denunció.

 

Reflotar Vicentin y hacer de esa deuda un capital recuperable para el Banco Nación y para el Estado no va a ser fácil, advierten fuentes del mercado con las que conversó Letra P.

 

Por un lado, esa no es la única deuda de Vicentin, la que asciende en total a unos $ 100.000 millones (alrededor de 1.400 millones de dólares). Además de bancos, esperan en la cola proveedores y unos dos mil productores que entregaron sus cosechas sin recibir el pago correspondiente. Esto último explica el respaldo del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, a la expropiación. Restablecer su funcionamiento implicará ordenar esos compromisos.
 

 

 

Además, tras la intervención formalizada este martes a través del decreto de necesidad y urgencia (DNU) 522/2020, resultará imprescindible dotarla de un capital de trabajo del que hoy carece, lo que implicaría que el Estado aporte una fuerte suma extra en el corto plazo.

 

Lo crucial, entonces, pasará por el gerenciamiento que el Estado le dé a la compañía, que quedará enmarcada dentro de YPF Agro. De eso dependerá que vuelva a resultar rentable, algo que el mercado mira con dudas dados los antecedentes al respecto.

 

El desafío será grande. La mayoría de los proveedores de Vicentin son privados, en particular los crushers que transforman los porotos de soja en harina y aceite, principales productos de exportación. Ante una empresa en problemas, esos crushers miran en principio en dirección a otros clientes.

 

En relación con lo anterior, la ecuación del negocio no resulta del todo sencilla, por más que se desarrolle en un sector rentable. Lanzada a competir con gigantes como Bunge, AGD, Molinos, los estadounidenses Cargill y ADM, la china COFCO y la francesa Dreyfus, entre otros, la empresa estatizada deberá ser muy agresiva en sus márgenes de ganancia para hacerse un lugar. 

 

El negocio deja espacio, pero la situación que arrastra Vicentin traerá aparejados no pocos desafíos. Un gerenciamiento exitoso y una negociación adecuada de sus pasivos serán las claves para que el Estado compre una oportunidad y no un problema severo.

 

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