A dos años del primer #NiUnaMenos, sobran los motivos para seguir marchando

El movimiento de mujeres viene siendo protagonista de una enorme lucha por sus derechos, con movilizaciones masivas desde el 2015. La fuerza arrolladora que se expresó en las calles en rechazo a los femicidios, la bronca contra la impunidad que garantizan la Justicia y las fuerzas represivas del Estado, la indignación por la cobertura misógina de los grandes medios de comunicación y la exigencia al gobierno nacional y a los gobiernos provinciales de medidas urgentes contra la violencia machista, comenzaron a extenderse a sectores cada vez más amplios.

 

El paro internacional de mujeres del pasado 8 de marzo, fue una muestra renovada de la potencialidad que esconde esa alianza tan poderosa, entre las mujeres y la clase trabajadora, capaz de hacer que la tierra tiemble. 

 

De cara al 3 de junio, en los barrios, lugares de estudio y de trabajo se prepara con fuerza esta nueva movilización por nuestros derechos.

 

Pese a la gran movilización y frente a un tema que conmueve a la sociedad, no hay respuestas por parte del Estado y los gobiernos, que siguen haciendo oídos sordos en complicidad con la Iglesia, la Justicia y la policía.

 

Si tomamos como ejemplo a la ciudad de La Plata, a la histórica falta de preocupación por las políticas de género, ahora se le suma una tibia “declaración de intenciones” del Concejo Deliberante. La política oficial del actual gobierno de Julio Garro, como antes el de Pablo Bruera, siempre fue de achique del presupuesto destinado al área, de precarización laboral de las trabajadoras del sector, de ausencia de casas refugio para las mujeres víctimas de violencia y sus hijos.

 

Un verdadero plan integral de emergencia debería contemplar no sólo refugios, sino también ir acompañado de la creación de subsidios equivalentes a la canasta familiar, la implementación urgente de licencias por violencia de género en los trabajos, la creación de equipos interdisciplinarios para un correcto abordaje, planes de inserción laboral y de viviendas, entre otras medidas, tal como propusimos a nivel nacional desde las bancas del Frente de Izquierda y que los bloques mayoritarios se negaron a tratar.

 

Los femicidios (una mujer es asesinada cada 18 horas en nuestro país) son el rostro más terrible de una larga y silenciosa cadena de violencias que sufrimos las mujeres. En Argentina, la mitad de las mujeres que trabajamos lo hacemos en condiciones de precarización laboral, con los peores y más inestables empleos, y con menor remuneración que los varones.

 

Hay más de 600 jóvenes desaparecidas en nuestro país, secuestradas, y no sabemos cuántas de ellas muertas, por las redes de trata y prostitución que operan con total impunidad con la complicidad del Gobierno, las fuerzas represivas del Estado y la Justicia. La ilegalidad del aborto sigue causando la muerte evitable de una mujer por día en el país. Ni siquiera se cumple con el protocolo de atención integral de abortos no punibles en los hospitales públicos.

 

Ya escuchamos recientemente a la gobernadora María Eugenia Vidal decir que ser mujeres no obliga a las funcionarias políticas a legalizar el aborto, como también quedó demostrado luego de 8 años de gobierno de Cristina Kirchner donde el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo quedó archivado en el Congreso.

 

Por todo esto, sobran los motivos para organizarse y movilizarse, porque la pelea contra el ajuste también nos tiene como protagonistas. En primer lugar denunciando que somos las mujeres las que principalmente sufrimos las consecuencias de la política de ajuste que está llevando adelante el gobierno de Macri junto a los gobernadores del PJ/FpV y todos los signos políticos, que descargan sobre las familias obreras los tarifazos, la inflación e imponen techos salariales. Como las docentes, enfrentamos este intento de que seamos los trabajadores los que siempre perdamos y luchamos por un salario que esté acorde al costo de la canasta familiar.

 

Por eso, nuevamente este 3 de junio la consigna “Ni una menos, porque vivas nos queremos” será la bandera de lucha de miles, como también lo será la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; por la separación de la iglesia del Estado; por el desmantelamiento de las redes de trata; por igualdad salarial frente al mismo trabajo; por la creación de guarderías en todos los lugares de trabajo y estudio; por la implementación de las licencias por violencia de género y el cupo laboral trans; y por la pelea contra el ajuste, los tarifazos y la precarización laboral.

 

Poner en pie la fuerza de las mujeres, fortaleciendo su organización, asumiendo las peleas políticas e ideológicas como combatir el machismo y un sistema capitalista basado en la desigualdad, fortalece la perspectiva para pelear verdaderamente por #NiUnaMenos.

 

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