El diputado nacional Sergio Massa está dispuesto a cobrarse cada uno de los votos con los que tributó, en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, a la gobernabilidad bonaerense en el debut de la administración Cambiemos. Y no pretende cobrar poco. El último berrinche del jefe del Frente Renovador es una silla vacía alrededor de la cual, como viene informando Letra P, se arremolina un enjambre de autopostulados: la vacante en la Suprema Corte de Justicia, que funciona actualmente con seis de los siete ministros que -dice la ley orgánica del Poder Judicial local- debe tener.
La gobernadora María Eugenia Vidal lo sabe. Sabe de las pretensiones de su aliado. Pero tiene razones –y el suficiente hartazgo- para resistir sus presiones. Más: está decidida a mostrarle los dientes para –como decían las abuelas- bajarle el copete.
Vidal quiere a una mujer en la (abrumadoramente masculina) Corte bonaerense y tiene a quién proponer: la senadora nacional María Laura Leguizamón, abogada peronista de Duhalde (primero) y de Cristina (después), NyC bonaerense, OKm en el campo del Derecho pero con amplio rodaje en la ruta legislativa. “Sería una designación sorpresiva”, dicen en el palacio de la avenida 13 platense. Se refieren al perfil más técnico que político del máximo tribunal provincial.
Hay, lógicamente, boy scouts siempre listos:
El asesor general de Gobierno, Marcelo López Mesa. El hombre estaba convencido de que era él. Se hace escuchar bien dispuesto a asumir el desafío.
El presidente de la Cámara Segunda en lo Civil y Comercial de La Plata, Agustín Hankovits. Puede gestionar cartas de recomendación del ministro de Justicia nacional, Germán Garavano, y del (ahora más influyente que nunca) jefe de la curia platense, Héctor Aguer.
La camarista de San Isidro María Fernanda Nuevo. La promueve su marido, el intendente de ese distrito, Gustavo Posse.
Según pudo saber Letra P, el candidato de Massa es el juez de la sala II del Tribunal de Casación Penal Fernando Luis “Pipi” Mancini, viejo lobo de los mares judiciales bonaerenses. “Un rebelde”, "un bohemio", "un bicho raro", lo describe un massista que lo conoce bien -menciona su costumbre de llevar el pelo largo, que rompe el patrón tribunalicio- y que también reconoce su estatura como jurista –su peso específico como miembro de la familia judicial. "Un tipo acreditado", destaca.
El camarista, que también integra el Tribunal de Apelaciones de la AFA, es amigo del ex intendente de Tigre, aunque existe ahora en esa relación una interferencia coyuntural que no alcanzaría para anular el plan. Fue, además, durante muchos años, compañero de tribunal del fallido primer ministro de Justicia de Vidal, Carlos Alberto Mahiques, que se fue del gabinete, con la cabeza bastante gacha, a apenas seis meses de jurar por la Constitución provincial, una suerte de libro sagrado para los hombres y las mujeres bonaerenses del Derecho.
Otra fuente del massismo muy conocedora de los pliegues del universo judicial aceptó ante este portal que la elección de Mancini por parte del líder del FR sería lógica, aunque apunta que no habría que descartar la opción política, encarnada en el flamante vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Ramiro Gutiérrez. Aunque ilustra, impiadoso: “Sería cambiar una Ferrari por un tractor desvencijado”.
MUY CARO PARA PERDEDOR. Del otro lado del acuerdo Cambiemos – Frente Renovador, que rige en la Provincia desde el 10 de diciembre de 2015 y permitió el trámite exitoso de todas las leyes que mandó la Gobernación al Parlamento, hay una mujer cansada. Fastidiada. Vidal dice –suele decir en la intimidad- que los honorarios que le pasa el ex jefe de Gabinete de CFK por sus buenos oficios de garante de la gobernabilidad son muy altos. Y la pretensión de quedarse con la vacante de la Corte sería la gota que rebasó el vaso de la tolerancia vidalista.
Además –se cuchichea en tribunales- , las encuestas que apila la gobernadora sobre el escritorio de su despacho del piso 19 de la casa porteña del Banco Provincia –su despacho, podría decirse- lo muestran a Massa derrotado en las legislativas, perdiendo muchos votos con el Frente para la Victoria.
Además, como señaló Letra P recientemente, Massa –justamente por el riesgo de ver fugar sus votos hacia el peronismo más combativo- deberá endurecer su perfil este año: abandonar el medio de la avenida y caminar más cerca del cordón de la vereda opositora. Este miércoles, por ejemplo, dos de sus senadores castigaron con fiereza a la jefa del Estado provincial: le atribuyeron “actitudes antidemocráticas” y la llamaron “vetadora serial”. Y no lo hicieron al pasar, en una radio: pusieron eso por escrito en un comunicado de prensa.
O sea: a los ojos de Vidal, Massa es hoy muy caro por menos útil y peligroso.
Por eso, la mandataria intentará licuarlo: bajarlo del pedestal que ocupó en 2016. ¿Cómo? Diversificando sus acuerdos. Haciendo alianzas estratégicas con sectores del peronismo, como la que tejió con los intendentes del Grupo Esmeralda para sacar el Presupuesto de la telaraña en la que había quedado atrapado en la Legislatura y como el que exhibió, oronda, en un acto que compartió en José C. Paz con barones históricos del PJ ortodoxo patrocinados por el ex súper cacique Eduardo Duhalde.
Con ese espíritu –el de mostrar que puede sentarse a la mesa peronista sin que le duela el estómago, como le ocurriría a la crema PRO egresada del Newman- Vidal se pega en la frente, en el mano a mano de esta contienda con Massa, la carta de la senadora peronista María Laura Leguizamón.
De todos modos, como informó Letra P en notas anteriores de esta saga, la gobernadora tiene a mano la escalera para, si hiciera falta, salir del laberinto por arriba. En la Corte se espera –los propios ministros de la Corte esperan- que la Gobernación mande a sus lobistas a presionar para que se produzca una segunda vacante que le permitiera operar con más margen de maniobra.
Mientras tanto, el río subterráneo de operaciones por esa silla tan preciada aumenta su caudal a cada minuto, aun ahora, en enero, cuando la feria pone a los tribunales a media luz.
IMÁGENES DEL PRÓXIMO CAPÍTULO
Vidal, se sabe, va por todo –por todos los espacios institucionales de poder disponibles. Por eso, tiene especial interés en otras tres sillas vacías que ofrece el Poder Judicial bonaerense: las vacantes en la Cámara de Casación Penal.