En la mira

Un caso de facturas truchas preocupa a la Casación y golpea duro al juez Cabral

Habría irregularidades en la rendición de gastos del despacho de Cabral. El ataque de los medios de Spolszky y Fernández. El antecedente del romance de Figueroa.

A los entretelones que siguieron a la salida del juez Luis María Cabral de la Cámara Federal de Casación Penal se agregará la semana que viene otro punto de conflicto. Hay preocupación entre los camaristas por una supuesta maniobra de facturas truchas que estaría funcionando en el tribunal. En algunas vocalías se habrían rendido gastos de insumos originarios de comercios (mayoritariamente librerías) que, a la larga, sería inexistentes. Una de las oficinas involucradas es la de “Bachicha” Cabral.

 

Cada vez se coloca más la lupa en cómo era la rutina en la dependencia de Cabral en la Casación. La semana pasada Sergio Spolszky difundió a través de sus medios que el juez siguió firmando resoluciones luego de que su subrogancia fuera anulada por el Consejo de la Magistratura. Ese hecho tiene mar de fondo judicial porque es sabido que el operador Javier Fernández (ahora venido a menos y reemplazado por su hermano Sergio, que es camarista) es accionista de los medios del empresario ultrakirhcnerista que sueña con ser electo intendente de Tigre.

 

Desde el lunes pasado se habría tomado conocimiento de que en la que fuera la oficina de Cabral se rindieron alrededor de una decena de facturas que serían truchas. Esta “caja paralela” alimentó durante el feriado patrio cruces de llamadas entre los jueces de la Casación. Había más de un indignado.

 

La compra de insumos es una práctica habitual en todos los juzgados federales ya que a veces ante la demora en las entregas de hojas, toner de impresión, computadoras y demás artículos los jueces cortan por lo sano, compran estos bienes y luego los rindes.

 

La aparición de facturas truchas terminaría de fusilar la imagen de Cabral que ya en sus últimos tiempos en el cargo tenía problemas con su gente que estaba molesta porque el juez había traído un empleado desde el sur a quien le dio cargo por encima de todos y que además, por motivos médicos, solo iba a trabajar dos días por semana. Esto por no mencionar que la protegida de Cabral, la jueza Ana María Figueroa, estaría viviendo un romance con un secretario de la Cámara que tuvo un expediente por supuesto acoso sexual.

 

Ahora en la Casación temen que algún abogado haga una denuncia formal por las facturas truchas que empezaría protagonizando Cabral pero que luego podría ser una ola expansiva muy difícil de controlar.

 

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