“Haremos el traspaso como corresponde, en el Congreso de la Nación”, dijo el presidente electo, Mauricio Macri, en el programa Los Leucos, del canal de noticias TN. No lo dijo ahora. Fue en la noche del martes 24 de noviembre, un par de horas después de reunirse con la presidente Cristina Fernández de Kirchner en la Quinta de Olivos, a 48 horas del triunfo del líder del PRO en el ballotage.
A los cinco minutos de una extensa conversación telefónica, en la que el flamante presidente electo señalaba que el encuentro con Cristina no había “valido la pena” porque no había podido arrancarle a la Presidenta un compromiso para iniciar el proceso de transición, el periodista Alfredo Leuco le preguntó qué había acordado al menos en materia protocolar para el traspaso del mando. A lo que el jefe de Gobierno porteño contestó: “Que haremos el traspaso como corresponde, en el Congreso de la Nación”.
La convicción de Macri acerca de cuál es el lugar que “corresponde” para la transmisión de los atributos del Poder Ejecutivo cambió días después, cuando comenzó a reclamar que la ceremonia se efectuara, después de jurar ante la Asamblea Legislativa en el Parlamento, en la Casa Rosada, donde podría esquivar las barras kirchneristas que, estimó, intentarían convertir el recinto de la Cámara de Diputados en una fiesta de despedida para CFK y, de paso, opacar su llegada al poder.
La pretensión de Macri, que, en esta etapa democrática, tiene los antecedentes de las asunciones de los ex presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa, chocó con la resistencia de la mandataria saliente, que recuerda la toma del mando de su marido y la de ella, que tuvieron lugar en el Congreso, e invoca el artículo 93 de la Constitución, que establece que el juramento del presidente saliente debe darse ante los legisladores de las dos cámaras, reunidos en Asamblea en el Congreso de la Nación, aunque nada dice sobre la ceremoniia de entrega de la banda y el bastón presidenciales.
Resultado: un culebrón de alto voltaje que ha incluido denuncias cruzadas incluso de gritos y malos tratos. Y que aún no terminó.