Como consecuencia, se canceló una ceremonia para inaugurar la exhibición del trofeo de la Copa del Mundo ante la protesta que se produjo en la hora de mayor tráfico en el sector adyacente al Estadio Nacional Mané Garrincha, el recinto más costoso para el evento que comienza en días.
La manifestación fue convocada por el movimiento Trabajadores sin Techo, ante el reclamo por la construcción costosa de los estadios para el Mundial, lo que llevó a una suba de precios de los bienes raíces y obligó a familias de bajos recursos a abandonar sus hogares.
Vestidos con tradicionales ropas tribales, con arcos y flechas, los manifestantes se quejaron por una ley en el Congreso que amenaza con reducir el tamaño de algunas reservas para los grupos autóctonos.
La policía antimotines lanzó gas lacrimógeno contra pequeños grupos a medida que se acercaban al nuevo estadio, donde hinchas locales hacían fila para ver la Copa que entrega la FIFA al campeón del mundo, una exhibición que fue suspendida. Algunos manifestantes respondieron lanzando piedras, madera y latas.
La protesta genera temores de nuevas manifestaciones que interrumpan el Mundial. El estadio de Brasilia costará 1900 millones de reales (850 millones de dólares) cuando quede completamente finalizado, según dijeron auditores de la ciudad en un informe publicado la semana pasada, casi tres veces por encima del presupuesto inicial.
Los indígenas han multiplicado sus protestas en la capital durante el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, a la que acusan de frenar la demarcación de sus tierras ancestrales y de favorecer a los grandes agricultores.
En los últimos tiempos, hubo protestas casi a diario en Brasil en las semanas previas al Mundial, que se extenderá entre el 12 de junio y el 13 de julio.