La aparición de Mónica Pinto como alternativa para la Corte Suprema desde el radicalismo, tal como reveló el sitio LPO, responde a una serie de internas añejas en el corazón de ese partido que hoy se debate entre consolidarse como alternativa de poder hacia 2015 o fusionarse con otros candidatos que, a simple vista de las encuestas, se perfilan como más taquilleros.
Según la exclusiva, la negociación incluiría la colonización del kirchnerismo de lugares entre las cuatro vacantes en disputa para la Cámara de Casación Penal, la máxima instancia en materia penal antes de la Corte Suprema que es clave para frenar causas por corrupción. Si el kirchnerismo se asegura el control de Casación tendría la mayor garantía posible de impunidad. Todas las acusaciones de corrupción que enfrenten los funcionarios públicos al dejar el poder, eventualmente terminarán luego de sucesivas apelaciones en ese tribunal, que podría desestimarlas. Por eso el control de los camaristas es el freno necesario que necesita Cristina Fernández de Kirchner para dejar tranquila la Casa Rosada.
Pinto tiene un CV nutrido y posiciones moderadas pero también cuenta con un sponsoreo para nada despreciable que es el de Dario Richarte, vicerrector de la UBA y el gran artífice de que Pinto haya logrado su reelección con la comodidad que la caracterizó. A lo largo de 2014 Richarte, ex número dos de la SIDE y socio del “operador judicial” Javier Fernández, le juntó los votos en los tres claustros decisivos (profesores, alumnos y graduados) y se las ingenió para dejar sin nada a los armados que intentó el joven CEO de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde.
La inclinación a favor de Pinto busca contrarrestar el favoritismo de la mesa chica del partido a favor de un candidato como Ricardo Gil Lavedra. Además, Richarte aspira, tanto o más que su socio Fernández, en colocar algún candidato en la Casación Penal. El juez de San Martín, Daniel “el negro” Petrone tendría algún favoritismo por parte de esa dupla. Petrone se anotó al concurso, dio el examen y ahora espera el puntaje que le dará el Consejo de la Magistratura.
Entre sus múltiples actividades (la interna de la UBA, la defensa judicial de Amado Boudou, algunos temas de la AFA), Richarte también se dedica a juntar fondos para la campaña presidencial de Sergio Massa y apoyos del sector judicial, actividad en la cual también lo acompañan Juan José Álvarez que comparte su coqueta oficina en Plaza San Martín con el ex juez Jorge Urso.
La intromisión de Richarte en las negociaciones por la Corte tiene como finalidad central demostrar que es una conversación de la cual el Frente Renovador no desea quedarse afuera, aún a pesar de que desde la estructura radical figuren negociadores de peso, como el inoxidable Enrique Coti Nosiglia.
El exministro de Raúl Alfonsín desplegó contactos en dos sentidos: Carlos Zaninni y el actual presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti.