“Ni una sola palabra de amor”, fue en las últimas semana uno de los tópicos más nombrados en Internet y en las conversaciones cotidianas.
- Temas del día
- Javier Milei
- Presupuesto
- Ficha limpia
- Edgardo Kueider
- Congreso
“Ni una sola palabra de amor”, fue en las últimas semana uno de los tópicos más nombrados en Internet y en las conversaciones cotidianas.
El hallazgo de un casete dentro de un contestador automático viejo en un mercado de pulgas, fue el disparador para llevar a cabo un proyecto cinematográfico que recibió varios premios internacionales y las mejores críticas de entendidos y espectadores.
El misterio de la verdadera identidad de una María Teresa neurótica y al borde del abismo por no lograr que, del otro lado del teléfono, un despreocupado Enrique hiciera caso a cada uno de los mensajes que le dejaba, más la interpretación de la protagonista, era el aspecto mejor logrado del corto.
Sin embargo, gracias a Clarín, la magia de no saber pero imaginar, fue deshecha al entrevistar a la mismísima María Teresa quien, contra todos los pronósticos, vive actualmente con Enrique.
Un nuevo caso donde la realidad supera a la ficción (literalmente), deja un sabor amargo para quienes tenían una imagen bastante más alejada de lo que la entrevista con el matutino deja entrever.
La esteticidad de “Ni una sola palabra de amor” y la simpleza de un relato real, casi robado, era lo que hacía del film algo atractivo.
Con la resurrección de los personajes en la vida real, y a sabiendas de que ahora –al parecer– hay alguna “palabra de amor”, la pseudo ficción de María Teresa y Enrique se desdibuja con demasiada información.