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El aislamiento obligatorio expone la desigualdad digital

La mayor demanda desnudó el acceso dispar a la red. La experiencia de internet no es la misma en todo el país. Al menos 34% de los hogares no cuenta con una conexión fija.

La cuarentena precipitó el uso masivo de las herramientas de encuentro y trabajo a distancia. Se multiplicaron las reuniones y las propuestas educativas en entornos virtuales. Donde ya existían, se aprovecharon mejor. Donde no había, se crearon. Ante posibles problemas de la red, las empresas prestadoras de conectividad acordaron “reforzar y ampliar su apoyo recíproco”. La estatal Arsat y las privadas Telefónica, Telecom (Clarín), Claro y Datco se comprometieron a coordinar su tarea ante “incidentes inesperados”, aunque durante marzo solo registraron el aumento en el consumo de datos. Pero, más allá de la capacidad de internet para resistir un uso intensivo, las cifras del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) muestran que existen desiguales oportunidades para enfrentar el aislamiento en la red.

 

 

En Argentina, 65,7 de cada 100 hogares cuentan con internet fija. Pero existen provincias donde las conexiones de banda ancha no alcanzan al 40% de la población: Formosa, Chaco, Misiones, Tucumán, San Juan, Santa Cruz, Catamarca y Corrientes. Por otra parte, la velocidad media de descarga en el país es de 24,18 megabits por segundo. Sin embargo, en la mayoría de las provincias no llega a los 20 Mbps, según los datos suministrados hasta septiembre de 2019 por las empresas. Aunque se naturalice su uso en los centros urbanos, internet no llega a todos lados y las velocidades difieren según el lugar.

 

 

 

En ocasiones, estas velocidades no dependen solamente de la billetera de los usuarios, sino, también, de la capacidad de las redes instaladas y de las promociones de las empresas. Esto explica que la Ciudad de Buenos Aires tenga una cobertura total y la máxima calidad. En las zonas más densamente pobladas, las empresas pueden ofrecer mejores promociones, pues allí recuperan con mayor facilidad su inversión. Tender cables para geografías con pocos usuarios no es un negocio rentable para los prestadores y difícilmente lo harán si no hay una exigencia. Por lo tanto, si bien las principales empresas ofrecen actualmente combos que incluyen una velocidad de 100 Mbps, 56% de las conexiones en el país tiene una calidad de bajada igual o inferior a 20 Mbps. En este punto, cabe recordar que los servicios telefónicos y de conexión a internet (y sus aparatos) aumentaron 63,9% durante 2019, según la inflación oficial desagregada en diferentes rubros. Por lo tanto, fue diez puntos superior a la inflación general (53,8%).

 

 

 

Los datos del Enacom coinciden con la Encuesta de Consumos Culturales de 2017, donde se señalaba que 80% de los argentinos usaba internet y el 63,5% tenía conexión en la casa. Pero allí se destacaba el peso creciente de la navegación desde el celular: casi 70% de los consultados apuntaba que era ese el principal equipo para conectarse.

 

Según las estadísticas de la autoridad regulatoria, en septiembre de 2019 había 57.777.81 accesos a líneas móviles, lo que representaba 128 líneas cada 100 habitantes. De estos, casi 90% eran abonos prepago, con montos fijos y límites de uso por tipo de contrato. Esto demuestra que es limitado el acceso mayoritario a internet a través de los datos móviles de los teléfonos. No pocas veces el usuario ve esfumarse sus créditos de datos luego de entretenerse más de la cuenta con algún video. La expansión y predominio de internet móvil no supone una mejora de la experiencia en la red. Concientes de esta realidad, las autoridades del Enacom lograron que el acceso desde los celulares al portal educativo Seguimos Educando no implique el consumo de datos.

 

Internet está lejos todavía de llegar a todos los hogares con velocidades óptimas y la mayoría de los usuarios cuenta con un acceso restrictivo desde sus celulares.

La red en Argentina está compuesta por empresas mayoristas y minoristas. Telefónica y Telecom-Fibertel concentran la prestación en forma abrumadora. Esta concentración desemboca en tarifas costosas para los usuarios y en la imposición de altos precios mayoristas para el traslado de señal a zonas poco pobladas. El desarrollo de la Red Federal de Fibra Óptica a cargo de Arsat busca desde hace años intervenir en ese mercado para favorecer la baja de estos precios. A ese mapa se suman las provinciales Sociedades Anónimas con Participación del Estado Mayoritaria, las pymes de internet, las cooperativas de servicios públicos e incipientes experiencias de redes comunitarias.

 

Internet está lejos todavía de llegar a todos los hogares con velocidades óptimas y la mayoría de los usuarios cuenta con un acceso restrictivo desde sus celulares. La cuarentena demostró el lugar imprescindible de esta tecnología en la vida cotidiana, pero también hizo visible la desigualdad digital que reproduce el despliegue de la red bajo el esquema vigente.

 

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