AHORA SHOCK

Macri compromete el proyecto 2019 en un pacto forzoso de doble comando

El acuerdo con el FMI tiene exigencias fiscales y de política monetaria contractiva, a aplicarse en una economía gélida en la previa del año electoral. El Gobierno fantasea con recuperar inversiones.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene dos artífices centrales, que relegaron en la disputa pre crisis al ala política de Cambiemos: en una lectura rápida, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, será el cerebro del ajuste fiscal para recrear un hoy ilusorio escenario de llegada de inversiones; mientras que el presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger, se alza con la suma del poder público para desinflar la inflación casi como única manera de reactivar el crédito, bajar la súper tasa e ingresar al año electoral con chances de concretar el proyecto de reelección del presidente Mauricio Macri. En el anuncio realizado en el CCK, uno de los cerebros económicos con despacho en Casa Rosada, Gustavo Lopetegui, se sentó en primera fila con cierta pesadumbre. Un contraste con el fortalecimiento a las figuras técnicas del Ejecutivo. La foto grafica que la carta fuerte de estará primero en un Excel y luego en la negociación política en base a los números que el Gobierno se comprometió a cumplir ante el FMI.

 

El Gobierno define políticas, pero con la lupa de Lagarde. 

 

En los papeles, y aunque aún no se sabe cuál será el destino de los 50.000 millones de dólares que prestará el Fondo, la empresa se vislumbra compleja. Naturalmente, el pacto con el organismo que preside la francesa Christine Lagarde le da la posibilidad al Gobierno de salir de la coyuntura caliente actual y esperar que los mercados abran el último día hábil con datos positivos para iniciar un cambio en el rumbo de las expectativas cambiarias y generales. Además de garantizarle la cobertura de las necesidades de financiamiento hasta el 2020.

 

Pero, a la vez, el acuerdo crediticio carga en las espaldas del gobierno de Mauricio Macri el peso de reconstruir una economía que hoy ya se desacelera y que no puede darse el lujo de seguir así en 2019. A tales fines, El Ejecutivo decidió ceder inflación y crecimiento del 2018 (“inflación más alta y crecimiento más bajo de lo proyectado”, se aclaró) para soltar el lastre y llegar a las elecciones del año próximo con cierto efecto rebote. De todas formas, no hay en el marco del programa -y tampoco pueden explicarlo en Hacienda- una solución que detalle cómo se crecerá con ajuste y sin apelar a los medios de producción de la Argentina.

 

 

 

Los 36 meses de duración del crédito stand by del Fondo van más allá del primer mandato de Macri, que concluye el año próximo. Lo que abre otra lectura: el FMI prestó 11 veces más que la cuota de Argentina como una apuesta fuerte a la continuidad del proyecto Cambiemos.

 

 

 

El único indicador que al Gobierno le da cierta garantía de paz y escasa turbulencia es el apartado de “Protección social como componente central del programa”. Con varios ítems, da la pauta de un reaseguro de Cambiemos ante cualquier imposibilidad de no cumplir con los objetivos. “Monitoreo periódico de indicadores sociales; piso al gasto en protección social durante todo el programa; y salvaguarda para ampliación del gasto social equivalente al 0,2% del PBI”, es el detalle que juega el oficialismo para no descuidar la base social más desfavorecida, incluso en un hipotético escenario de inflación no domada.

 

 

 

Fuera de las especulaciones y la información, y más allá de los dichos de Dujovne y Sturzenegger, el comunicado del FMI clarifica cuáles son los desafíos del Gobierno ante lo que viene y le marca las prioridades de cómo manejarse. Muestra un respaldo “enérgico a los redoblados esfuerzos por reducir la inflación, que, como sabemos, carcome los cimientos de la prosperidad económica de Argentina y recae directamente en los segmentos más vulnerables de la sociedad".

 

El texto agrega que “el plan económico del Gobierno gira en torno a un reequilibramiento de la posición fiscal. Avalamos plenamente esa prioridad y celebramos la intención de las autoridades de acelerar el ritmo de reducción del déficit del Gobierno federal, restableciendo el balance primario para 2020".

 

Por último, apunta que “el Gobierno ha asumido el compromiso de velar por que el gasto, como porcentaje del PIB, no descienda en los tres próximos años". "Asimismo, si las condiciones sociales empeoran, existen disposiciones para incrementar más la asignación presupuestaria dedicada a las prioridades sociales".

 

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