DETRÁS DE ESCENA. EQUIPO PROPIO

Quién es quién en el círculo de confianza de Rodríguez Larreta

A contramano del modelo Macri, el jefe de Gobierno no administra ni mesa chica ni hace reuniones ampliadas: diversifica el poder en pequeños grupos. Los miembros "permanentes" y los "asociados".

Reuniones al alba, “cafés especiales” porque abren sus puertas un poco antes que el resto de los cafetines porteños, encuentros fugaces en el auto oficial y constantes mensajes personales. La rutina de Horacio Rodríguez Larreta la conocen y la respetan todos los funcionarios del gabinete porteño. Sin embargo, son pocos los que gozan de su extrema confianza y acceden el círculo donde se discuten las tres áreas claves del Gobierno de la Ciudad: la gestión, la política y la comunicación.

 

No existe la mesa chica de decisiones. Tampoco hay un súper ministro. El esquema de construcción y control de poder de Rodríguez Larreta se edifica a partir de la división de diversas mesas, donde confluyen asesores y funcionarios de distinto pelaje pero que, sin titubear, reportan y trabajan para el jefe de Gobierno. Hay muchas e incluso varias se entrecruzan, pero las centrales son las que se montaron para discutir cómo gobernar –y pensar el proyecto Larreta a futuro- , cómo comunicar y cómo planear y ejecutar la gestión.

 

Además de Rodríguez Larreta, la mesa política tiene cuatro miembros permanentes: Diego Santilli (vicejefe de Gobierno), Felipe Miguel (jefe de Gabinete), Fernando Straface (secretario General y de Relaciones Internacionales) y Bruno Screnci Silva (ministro de Gobierno). En tanto, los ministros Martín Ocampo (Justicia y Seguridad), Franco Moccia (Desarrollo Urbano y Transporte) y Eduardo Macchiavelli (Ambiente y Espacio Público) son miembros asociados que cumplen funciones en momentos específicos.

 

 

Cuando asumió en la Ciudad, en las entrañas del mundo PRO corría como reguero de pólvora un chiste sobre el “doble rol” de Larreta. “No puede con su genio. Horacio va a ser jefe de Gobierno y de Gabinete al mismo tiempo”, alertaban sus colaboradores. La broma se convirtió en realidad inocultable durante los primeros meses de gestión, mientras Miguel estrenaba el rol de ministro coordinador, con turbulencia y cruces con compañeros de equipo y legisladores.

 

Con la confianza del alcalde como garantía, Miguel supo encontrar su lugar y aceitó el vínculo con el resto de los miembros del equipo larretista, nacidos y criados bajo las directivas del alcalde desde la época del Grupo Sophia, a excepción de Santilli, que cuenta con recorrido político propio. Fue ahí cuando Rodríguez Larreta dividió el esquema de su Gobierno en tres ejes: la cercanía y el rostro de la gestión quedaron bajo su control; la economía y el escrutinio de las arcas públicas a cargo de Miguel; y la política en manos de Santilli. Una división que, siempre, reporta al centro del poder: Rodríguez Larreta. No por nada sus ministros, a sottovoce y a modo de chiste, lo bautizaron el "Gran Hermano".

LOS PERMANENTES. Santilli trabaja codo a codo con Rodríguez Larreta y la química fue in crescendo conforme pasaron los meses desde que la fórmula, aconsejada hasta el hartazgo por Jaime Durán Barba, se impuso en el ballotage de 2015. Santilli, por su figura y el rol que le dio Larreta, tomó preponderancia en el gabinete. Ambos respetaron el pacto de no agresión firmado en el prólogo de la gestión larretista y trabajaron en conjunto, aunque eso significara deponer la aspiración ejecutiva del ex senador nacional. La sinergia entre ambos hizo saltar la banca en las filas del partido macrista, donde varios apostaron a que el binomio no congeniaría.

 

Ante el abanico de oportunidades por los triunfos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, Santilli se mantuvo firme en la Ciudad. Al asumir, Larreta engrosó el rol del vicejefe –exiguo durante el paso de Vidal y Gabriela Michetti- y le confió buena parte de las decisiones políticas. Ese gesto también se comprueba a la hora del poroteo de reparto de cargos, funciones y estructura dentro del Gobierno.

 

 

 

Junto al lilito Maximiliano Ferraro, Santilli fue el jefe de campaña del oficialismo en 2017 y garante de la actual relación del alcalde con Elisa Carrió; un vínculo que Larreta después supo cuidar y mantener en soledad. En una entrevista con Letra P, el jefe de Gobierno confirmó que lo quiere como compañero de fórmula en 2019, pero que la decisión la tomarán en conjunto a fin de año. Meses atrás, en el marco de un retiro del gabinete porteño, Rodríguez Larreta aclaró su postura ante ministros y secretarios. Teléfono para los funcionarios que sueñan con estar en el binomio oficialista. El alcalde buscó aplacar ánimos de “ascenso”. En su lógica, la candidatura de Santilli ordena y obtura al resto, sean propios o aliados. Si el peronista acepta, nadie se opondrá.

 

Straface cultiva el perfil bajo y conoce al jefe de Gobierno desde hace años, cuando se alistó entre los jóvenes que formaron y trabajaron para el Grupo Sophia, el think tank que pobló los primeros equipos de gobierno del macrismo. Allí, tuvo a cargo el área de Reforma del Estado y propuso iniciativas relacionadas con la transparencia en la gestión pública. Dentro del gabinete tiene la función de administrar la agenda internacional del alcalde y, con el trajín de la gestión, comenzó a tomar volumen político. Por su vínculo con el auditor Jesús Rodríguez, Straface tuvo un rol clave durante el plan de Rodríguez Larreta para debilitar a Martín Lousteau a través de la interna de la Unión Cívica Radical porteña. El funcionario porteño y el dirigente radical se conocen de CIPPEC, donde el primero fue titular hasta asumir en el gobierno de Larreta y el segundo asesor del Consejo de Administración.

 

 

 

El ministro Screnci Silva, de extracción peronista y del riñón de Santilli, también tiene un lugar destacado en la mesa política. Contactos, años de militancia y conocimiento detallado de la estructura del Estado porteño lo posicionan como una figura clave. Como prueba de su agenda, también puede citarse la interna radical: su relación de más de 20 años con el diputado Guillermo Suárez aceitó el vínculo entre Larreta y los Radicales en Cambiemos.

 

SOCIOS MENORES. Macchiavelli representa a la vieja guardia larretista. Es el brazo territorial de Rodríguez Larreta en la Ciudad y lo demuestra cada dos años en época de campaña, aunque en la última su lugar lo ocupó el Secretario de Atención y Gestión Ciudadana, Facundo Carrillo. No fue apartado. Larreta le pidió a sus ministros que se dediquen a la gestión y se abstengan de participar en la campaña, o al menos correrse de la primera plana en la organización proselitista. Anteriormente, Macchiavelli compartió ese rol con Néstor “el Turco” Abbas, un dirigente peronista que se mueve en las sombras y juró fidelidad a Larreta desde la primera hora. Fue el primer larretista que se animó a “militar” por su jefe en la Ciudad, cuando al ahora alcalde estaba en la ANSES y hablaba de “construir algo nuevo” para el sistema política. Hace más dos décadas.

 

Hubo otro integrante de la mesa política que se inmiscuyó de lleno en la interna radical. Martín Ocampo representa la pata radical de la mesa política de Larreta. No es un miembro permanente, pero su voz se escucha en época de elecciones, campaña y, especialmente, cuando se trata del vínculo con el radicalismo. La ingeniería por la interna de la UCR estuvo a su cargo. Lo mismo sucede con Moccia, de extrema confianza del jefe de Gobierno y, a veces, compañero de cancha en Racing Club. Al igual que Macchiavelli, fue "víctima" de la decisión de concentrar el esfuerzo de los ministros en la gestión antes que en la política.

 

 

 

CONTROL DE VOZ. La segunda mesa, igual de importante en el universo larretista, es la que se encarga de la comunicación. Cambian los expositores, pero Rodríguez Larreta se mantiene. En el centro y a la espera de ideas, resultados y consejos, que luego decidirá si aplica o no. La mesa de comunicación la integran Karina Fernández (jefa de Asesores), Marcelo Nachón (secretario de Medios), Christian Coelho (subsecretario de Contenidos) y Federico Di Benedetto (subsecretario de Comunicación).

 

Fernández es de íntima confianza del alcalde. Larretista paladar negro, llegó al Gobierno porteño desde el sector privado y se ganó la confianza del entonces jefe de Gabinete de Macri rápidamente. Tiene a su cargo proyectos estratégicos, custodia el perfil de Rodríguez Larreta y es casi la única funcionaria con margen para decirle lo que sea a la máxima autoridad. Comparte el diseño de la estrategia comunicacional junto a Nachón, que también se encarga del vínculo con los medios de comunicación, las apariciones mediáticas y el discurso del jefe de Gobierno.

 

Cierran la mesa Coelho y Di Benedetto, cerebros comunicacionales y piezas fundamentales de la estrategia del titular del Ejecutivo porteño. Sus funciones actuales alternan entre el discurso, los eventos y el manejo de las redes sociales del jefe de Gobierno. Su labor no se acota a la comunicación: son los encargados de diseñar y moldear el perfil de alcalde cercano a los porteños. La primera reunión con vecinos surgió de ellos, cuando el PRO arrancaba en la Ciudad con Macri y Larreta fue el primero que se animó a incursionar en esa práctica. Lejos quedó esa etapa en la que los vecinos que participaban se contaban con una mano. Ese esquema creció y, al igual que los timbreos, se transformó en el ABC de la gestión y la campaña electoral.

 

Las herramientas de planificación comunicacional como el big data y las métricas son moneda corriente en sus oficinas, pero a mitad del 2017 dejaron boquiabiertos a la mesa política cuando presentaron un Excel con cuatro zonas donde Larreta debería incrementar la campaña de cara a las elecciones generales. Con ese documento en mano, la ingeniería de campaña puso el GPS en dirección a esos barrios, como contó Letra P.

 

 

 

La tercera mesa atiende la cotidianidad. Se activa minuto a minuto y funciona hasta por mensajes de Telegram, o reuniones relámpago en Pizza Cero, búnker del alcalde. Larreta discute el día a día de la gestión con los dos hombres que manejan el presupuesto porteño: Felipe Miguel y el ministro Martín Mura (Economía y Finanzas). A esa mesa se suma el secretario de Planificación y Coordinación de Gestión, Fernando “Bana” Benegas, que administra el tablero de control de gobierno y conoce plazos, fechas, avances y retrasos de las obras de la Ciudad.

 

LA OTRA LIGA. Elisa Carrió no ocupa un cargo en el Gobierno porteño, pero está presente en mucha de las decisiones que toma Rodríguez Larreta y, en especial, en las políticas. El alcalde consulta sus movimientos políticos con la líder de la Coalición Cívica y con Graciela Ocaña, aliadas clave en el distrito.

 

De hecho, a Carrió le dedica mucho más tiempo que a varios de sus ministros y funcionarios de primera línea. La obsesión de Larreta por el tiempo lo lleva a realizar encuentros de minutos arriba del auto oficial, pero cuando se sienta con la chaqueña no hay reloj que valga. Para el alcalde, Carrió y Ocaña están en “otra liga”.

 

 

 

POKER LEGISLATIVO. Rodríguez Larreta mantiene vínculo directo con los cuatro diputados que le garantizan paz, diálogo y aprobación de leyes en la Legislatura porteña. El póker de lugartenientes del jefe de Gobierno en Perú 130 son Francisco Quintana (vicepresidente I), Agustín Forchieri (jefe del bloque Vamos Juntos), Maximiliano Ferraro (vicepresidente I del bloque Vamos Juntos) y Diego García Vilas(vicepresidente II del bloque Vamos Juntos).

 

En el centro, Gildo Insfrán, presidente del Congreso del PJ, ladeado por Axel Kicillof, Lucía Corpacci y Juan Manzur. 
El Conicet, blanco de la motosierra libertaria.

También te puede interesar