MEMORIA & BALANCE

FMI, precios y política: los problemas del plan voluntarismo del Gobierno

El Ejecutivo coordinó un relato unificado sobre la crisis y ordenó a los ministros pedir respaldo en el Círculo Rojo. Negó escalada inflacionaria, pero militó un “favor” para contener los precios.

La Unión Industrial Argentina (UIA) mantiene con el Gobierno una relación sinuosa. Superada la crisis de los “llorones” que los enfrentó al ministro de la Producción, Francisco Cabrera, sobrevino un encontronazo rápidamente aplacado con Elisa Carrió. La líder de la Coalición Cívica apuntó a los industriales como causantes de la corrida cambiaria y, sin eufemismos, se refirió a algunos “hijos de puta” que integran la entidad. Dos sopapos fuera de timing a uno de los rubros más golpeados de la economía dividieron aguas internamente en la sede de Avenida de Mayo. Y cambiaron la manera en la que los dirigentes de la UIA encaran el contacto con funcionarios.

 

“A mí me parece bárbaro, ir al FMI no es un pecado, fue una buena decisión”, soltó el ítalo argentino Cristiano Rattazzi, presidente de la FIAT, el martes último en el mitin de los popes de la organización. "El Tano”, como lo conocen en la jerga fabril, no suele guardarse nada y, como en los años del primer kirchnerismo, está alineado como un soldado con Cambiemos. Su entusiasmo es casi una excepción en esa casa. Lo cruzaron, con elegancia y sustento, dos o tres dirigentes de peso: el salteño José Urtubey(Celulosa Argentina), Guillermo Moretti (químicos de Santa Fe) y el textil de Protejer, Jorge Sorabilla. “Yo no estoy en contra de Ratazzi, pero sí creo que el país necesita algo más que el FMI. Cuando uno hace un acuerdo con el Fondo, pierde grados de libertad en materia de decisión política y económica”, detalló Sorabilla ante Letra P. Y concluyó que “apoyar la gestión ante el FMI por que sí no tiene sentido”. Los que se excusan de hablar on the récord desconfían, además, de la idea gubernamental de hacer el ajuste que Macri no asume, a través del Fondo. Una excusa que le permite ejecutar un plan postergado por la administración Cambiemos en pos de la potencialidad política y electoral de ese espacio.

 

Cabrera y Caputo, hablaron de precios en el mitín con el Foro de Convergencia. 

 

 

Lo que dijo Sorabilla es casi lo mismo que le había explicado el titular de la UIA, Miguel Acevedo, a Macri. Todo esto hizo que, a diferencia de lo que ocurrió con el Foro de Convergencia, IDEA y la Asociación Empresaria Argentina (AEA), el comunicado de la entidad fabril salió sin respaldo explícito al acuerdo con el organismo multilateral. Fue el primer revés moderado que recibió el plan oficial “voluntarismo” que el Ejecutivo puso a militar en boca de sus principales ministros.

 

Naturalmente, hay sectores más y menos permeables a los pedidos oficiales de contribuir con la causa y la estabilidad del país. “Nos vienen a contar lo que ya sabemos, pero bancamos”, contó un alto ejecutivo de una firma de consumo que es dirigente de AEA. Por allí pasaron Cabrera y el ministro de Finanzas, Luis Caputo, para sondear el nivel de adhesión al rumbo que el Gobierno quiere darle a la economía. El mismo tour, ante el Foro de Convergencia, puso sobre la mesa la decisión oficial de requerir moderación en precios. “Nos dijeron que van a trabajar para que no haya traslado”, relató a este medio Claudio Cesario, el titular de la ABA, la entidad que agrupa a los bancos privados de capital extranjero, que además es miembro del Foro.

 

 

La UIA evitó un pronunciamiento concreto sobre el acuerdo con el FMI. Hay diferencias internas. 

 

 

En la discusión por los precios y el voluntarismo de no aumentar hay un hombre clave. El abogado de la cámara alimenticia Copal Daniel Funes de Rioja. A inicios de la semana, estuvo reunido con el secretario de Comercio, Miguel Braun, y acordaron allí una especie de pacto de caballeros de no subir los precios. En la práctica, la movida es casi un eslogan sin sentido. El Gobierno sabe que la devaluación del 25% ya se empezó a trasladar a las góndolas con subas de hasta 20%. Además, parecen no conocer que están negociando con un sector que, ya en el kirchnerismo, presentó varios papers pidiéndoles a los candidatos a presidente la liberalización del mercado de alimentos para manejar precios libres fuera del corsé estatal.

 

 

 

En la Nación utilizan como herramienta -un poco rudimentaria para el funcionariado- el sistema Precios Claros, que permite comparar on line lo que valen los bienes en los supermercados de diferentes zonas. Es casi la única forma que en las carteras de Comercio observan la marcha de los precios. “La cuestión se les está quedando a medio camino, porque no ven las listas de precios que nos llegan y se enteran cuando los aumentos ya están efectivizados”, relató un CEO de un supermercado.

 

En este escenario, el Gobierno parece entrampado en la indecisión. Esteban Bullrich, el senador que venció a Cristina Fernández en las últimas legislativas, plasmó la contradicción interna del Gobierno en una entrevista radial con Ernesto Tenembaum. Consultado por los precios, aseguró que la Casa Rosada busca una vía media entre el garrote del ex secretario Guillermo Moreno y la supuesta liberalidad de Braun. Viralizó así una búsqueda, por el momento, infructuosa. Internamente hay funcionarios, como el propio vicejefe de Gabinete Mario Quintana, que entienden que algo hay que hacer con los precios. Algo político, que exceda los pedidos amistosos, que ponen la pelota del lado de los aumentadores a la expectativa de una comprensión unilateral, sin beneficio para el que se intenta seducir. En el gabinete, la mayoría repudia la intentona de renovar Precios Cuidados, un plan que quedó desdibujado porque Macri nunca lo quiso. “Eso no sirve de nada, hay que hablar, pedir y convencer; es mejor para todos que la inflación sea más baja”, confió un funcionario de un área económica.

 

 

La negociación con el Fondo recibe apoyo unánime de los CEOs pro Gobierno. A los industriales los mueven otras cosas. 

 

 

El plan voluntarismo, que también escaló con reclamos de ayuda a los gobernadores tanto en materia de ajuste como en el plano tarifario, tiene un problema serio. El Círculo Rojo entiende que Macri aún no pagó el respaldo empresario pre y post electoral. Inicialmente, el Gobierno cometió un error de diagnóstico: supuso que la bronca de los CEOs con el kirchnerismo era solo una cuestión de mejores modales. Falso. Querían mejores condiciones de negocios y mayor libertad de mercado que la que el gobierno anterior decía tolerar. Por eso, el apoyo del establishment es hoy más cauteloso que concreto.

 

Martín Menem y Karina Milei.
Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas

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