Elecciones presidenciales

Llegó la grieta de valores a Costa Rica y habrá segunda vuelta

El evangelista Fabricio Alvarado ira a un mano a mano contra el oficialista Carlos Alvarado. ¿Seguirá siendo el matromonio igualitario el eje del debate? Abstención récord y relego de históricos.

Como anticipó en Letra P,  que sucedería, habrá segunda vuelta en Costa Rica. Los contrincantes serán el periodista evangelista Fabricio Alvarado - aupado por el rechazo al matrimonio igualitario - y el oficialista (y también periodista) Carlos Alvarado. Ningún candidato superó los 25 puntos y la abstención fue de más del 33%, un porcentaje más alto que el promedio histórico y que marca fuerte descreimiento con el sistema político a pesar de que ninguno de los dos candidatos representa a los partidos tradicionales, PLN y USC, que quedaron relegados al tercer y cuarto puestos, respectivamente. La fragmentación del Congreso elegido es también consecuencia de este escenario. 

 

El 1 de abril próximo se definirá entonces al sucesor del presidente saliente, Guillermo Solís, y la expectativa pasa ahora por ver cómo se orientan los respaldos de los otros 11 candidatos - y sus votantes - que quedaron fuera y si la campaña seguirá girando en torno a ejes valóricos o retomará cuestiones económicas y referidas a la corrupción, como lo fue en su primera etapa. Está claro, además, que, gane quien gane, ninguno tendrá mayoría propia en el Congreso. 

 

La decisión del presidente Solís de consultar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la sanción de una ley de matrimonio igualitario y la resolución - de cumplimiento obligatorio - por parte de ese organismo que ordena su implementación abrieron la puerta a un debate inesperado en la campaña y al crecimiento de Fabricio Alvarado, que, sustentado en el mayoritario rechazo popular a la eventual norma - más del 60%, según las encuestas -, pasó de ser un candidato marginal a ganar la primera vuelta con poco menos de 25%. 

 

Curiosamente, es probable que el ascenso del candidato evangelista y conservador haya arrastrado a la segunda vuelta al oficialista Alvarado, empujado en el rechazo que genera el otro Alvarado en sectores medios con una cultura cosmopolíta afín a la ideología de género. Gran parte del treinta y pico por ciento de indecisos que marcaban las encuestas hasta pocos días antes del comicio es probable que haya ido ahí, dejando en segundo plano el descrédito que (les) genera un gobierno con muchas denuncias de corrupción (Odebretch también aparece aquí) e importantes problemas económicos. 

 

 

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En campaña, excepto la izquierda - con números marginales - y el oficialismo los demás espacios políticos rechazaron con mayor o menor énfasis el matrimonio igualitario pero ahora empieza otra elección y probablemente muchos de ellos prefieran la continuidad de Acción Ciudadana (el partido oficialista) que la llegada al poder del impredecible evangelista Alvarado. 

 

Pero está claro que, en las democracias modernas, las lealtades políticas son absolutamente flexibles y los ciudadanos construyen su identidad política y su voto con evaluaciones cada vez más individuales. Es posible que los líderes digan una cosa y que sus ahora ex votantes hagan otra. 

 

Tampoco es confiable el respaldo que los medios globales y locales empiezan a mostrar por el Alvarado oficialista (o, mejor dicho, el rechazo al otro Alvarado). Aunque los escenarios son diferentes, Donald Trump también fue ridiculizado por los medios por sus posiciones conservadoras, machistas y misóginas y el resultado fue el que vimos. 

 

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