#21F

Una marcha que sepultó el triunvirato y parió dos CGT

La jugada de Moyano a una marcha sin los Gordos formalizó la fractura del orden en la central obrera: un sector anti-Macri y el resto en línea oficial. El rol de las organizaciones sociales.

Una jugada netamente personalista de Hugo Moyano reflejó que, incluso en inferioridad de condiciones, el líder camionero mantiene una importante capacidad de convocatoria. Los más críticos, a la hora de hacer la cuenta de la cantidad de gente, contaron el dato más jugoso, que comparte responsabilidades en cuanto al volumen del evento: el rol vital de Juan Carlos Schmid, triunviro y líder de Dragado y Balizamiento, en la articulación con las organizaciones sociales. Sin ellas, relatan, hubiese habido un 30% menos de participación. La movida se pagó en el palco, donde las segundas líneas fueron para dirigentes de la Corriente Clasista Combativa (CCC), Barrios de Pie y una parte del Movimiento Evita. A uno de los dirigentes de esa última agrupación le sonó el teléfono mientras hablaba Moyano y se sorprendió. Le mandaron una foto de Fernando “Chino” Navarro comentando el acto en Canal 13, en vivo, en el programa de Mariana Fabbiani. Más allá de las minucias y los debates sobre si hubo 150.000 personas (Gobierno) o 400.000 (la organización), el acto fue relevante para la continuidad de vida política sindical.

 

OTROS TIEMPOS. Schmid con Acuña y Daer, hoy el preferido del Gobierno para la nueva CGT. 

 

El histórico líder camionero compartió el palco con tres de sus hijos, Facundo, Pablo y el letrado “Huguito”, en una convocatoria que, más allá de los discursos críticos con el Gobierno nacional, tuvo un alto contenido simbólico para el adentro de la CGT. La tan mentada fractura de la central obrera quedó formalizada entre “nosotros y ellos”, tal como definió ante Letra P un alto dirigente que estuvo en el evento. Un adiós al triunvirato y un despertar a una nueva conducción por duplicado: la línea moyanista netamente opositora a Cambiemos, por un lado; y otra vía más negociadora, con el sello de los gremios “Gordos”, que decidieron no marchar y ponerle el hombro al Gobierno Nacional en plena discusión de las paritarias.

 

 

 

Una ruptura similar pero diferente a la que tuvo la CTA en los años del kirchnerismo, donde Hugo Yasky jugó la parte oficialista y Pablo Micheli la más crítica. Ambos secundaron a Moyano en el evento en la 9 de Julio. Ni bien terminado el evento, hubo una reunión (que aún dura), de los Moyano con sus fieles dirigentes, donde se charlaron estos temas.

 

Los “nosotros” son el núcleo duro de Moyano: Sergio Palazzo, el que más ansias tiene de conducir la nueva CGT opositora; el plano de los docentes con Roberto Baradel a la cabeza; las dos CTA; y el soporte de Juan Carlos Schmid, uno de los triunviros que lo conoce al camionero de los años de militancia y que decidió, aunque con matices, no quitarle el respaldo en el marco de una pelea que hasta los propios entienden como personal.

 

 

Palazzo, el más firme candidato en la CGT opositora al Gobierno. 

 

En la otra esquina, la CGT Macri friendly queda con el poder propio de su masa de afiliados, pero con algunos gestos de cuidado. Uno de ellos, la predilección del Gobierno por colocar en esta CGT afín a algunos dirigentes con los que tiene predicamento. El nombre más fuerte es el de Héctor Daer, el titular de Sanidad, el primero que rompió con Moyano. Es el que la gran mayoría apoya ante otros contendientes, como el mecánico Ricardo Pignaneli.

 

Sería esa la CGT de los Gordos, con gremios de peso atrás: la UOM de Antonio Caló; la UTA de Roberto Fernández; los ferroviarios de Sergio Sassia; los mercantiles de Armando Cavalieri y los estatales de UPCN, comandada por Andrés Rodríguez. La realidad indica que este pelotón de dirigentes casi que estaban creando una CGT paralela, sin usar el sello. Habían negociado individualmente con Casa Rosada, sin develar la jugada con el Consejo Directivo en las reuniones que se dieron en la sede Azopardo, en la previa al 21F.

 

Todo este escenario es complejo para la actualidad sindical, pero muy favorable para la expectativa del Gobierno de seguir negociando con una CGT virtualmente dividida. Los organizadores contaron a Letra P que “lo que vuelve al acto muy fuerte es que haya sido masivo y sin incidentes”. Y aseveran que, por ahora, “gobierna el triunvirato, pero el futuro se está rearmando”.

 

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