ENTREVISTA. NICOLÁS MASSOT

"El PJ no logró encarnar nuevos liderazgos que superen la sombra de Cristina"

El jefe del bloque del PRO en Diputados dice que hay que "desterrar" al kirchnerismo como alternativa de poder. Y analiza el primer paro general contra Macri. Polarización, choripán y peronismo.

El calendario electoral marca la baja actividad de la Cámara de Diputados, que, desde la Asamblea Legislativa del 1 de marzo, sesionó apenas una vez, en ocasión de la visita del jefe de Gabinete, Marcos Peña, al recinto. La diferencia con 2016 es abrupta. "A esta altura, el año pasado estábamos con temas muy sensibles, como la ley de holdouts y el inicio de la reparación histórica. Pudimos sacar todos los temas importantes y urgentes. Como ocurre siempre en los años electorales, en 2017 vamos a tener menor actividad", apunta Nicolás Massot, jefe del bloque del PRO en la Cámara baja.

 

Pero, aunque el oficialismo intenta evitar el debate escabroso en el Congreso, el último mes estuvo marcado por la discusión política que abrieron las movilizaciones callejeras contra el Gobierno, a las que se sumó una en su defensa, el 1 de abril. Desde Córdoba, Massot analiza el primer paro general decretado por la CGT contra las políticas de Mauricio Macri, el rol del los sindicalistas y el peronismo, la polarización, las denuncias de desestabilización y las expectativas de Cambiemos para el año electoral.

 

En diálogo con Letra P, dice que "no es lo mismo el sindicalista de buena fe que quiere verdaderamente representar a los trabajadores buscando soluciones que el que, desde diciembre de 2015, anda agitando las banderas de cuanto peor, mejor". Y marca diferencias entre la dirigencia "republicana" del PJ y "los grupos de ultraizquierda, La Cámpora y el Frente para la Victoria". Asegura que el Gobierno no hace "antiperonismo".  

 

BIO. Nació en Bahía Blanca el 16 de julio de 1984. Es economista recibido en la Universidad Torcuato Di Tella. Fue director general de Reforma Política e Institucional de la Ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Mauricio Macri. En diciembre de 2015, asumió como diputado nacional por la provincia de Córdoba y fue electo jefe de diputados del bloque PRO.

 

-El Gobierno dice que el paro de la CGT fue extemporáneo. ¿En otro momento hubiera sido comprensible?

 

-Haber tenido un paro en el segundo trimestre del año pasado, cuando más destrucción de empleo hubo, cayó la actividad económica y hubo picos de inflación, tal vez hubiera sido entendible. Pero hoy tenemos una inflación en baja, un empleo en recuperación, crecimiento de la economía - por supuesto más volcado a las exportaciones y a la inversión que al consumo, pero es crecimiento al fin - con muchos cierres de paritarias por encima de la inflación esperada, que representa un aumento del salario real y que va a redundar en un aumento del consumo. Por más que llega más lento de lo que se esperaba, se empiezan a notar resultados alentadores que le dan oportunidad al país. Eso se ve reflejado en la adhesión que tuvo el paro, porque por más esfuerzo que se haga en instalar que fue masivo, hubo mucha más actividad que en cualquier paro que se recuerde.

 

-Si la CGT hubiera hecho un paro el año pasado, el Gobierno podría haber dicho que no le daban tiempo.

 

-No sé, es relativo. Hay gobiernos que han tenido más suerte que nosotros y la CGT les dio 10 años de tiempo. Si el año pasado no se hizo por una cuestión de tiempo, este año el contexto económico ya empezaba a cambiar y entonces el paro pierde fuerza. Por otro lado, aunque tal vez no haya que comparar, creo que hay un fuerte contraste entre los aprietes, las amenazas, los cortes, el quite del transporte, todo aquello relacionado con el carácter forzoso de una movilización, que contrasta fuertemente contra la espontaneidad y la naturalidad que tuvo la marcha del 1 de abril.

 

-El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner también sufrió paros y en ese momento el kirchnerismo también decía que mucha gente quería ir a trabajar y no podía, por los piquetes. Es lo que dice el oficialismo hoy.

 

-Yo no debato el tema de los piquetes sino la utilización de la violencia. El problema en Panamericana fue que ellos se llevaron puesto el derecho a la circulación. El acuerdo era que siempre tenían que dejar al menos uno o dos carriles libres para que coexistiera el derecho a la huelga con el derecho a la libre circulación y al trabajo. Cuando algún derecho se consume a otro de manera prepotente, el Estado interfiere. Nosotros respetamos el derecho de huelga, lo escuchamos, pero también creemos en el derecho a la libre circulación. Corresponde al Estado garantizar los dos derechos.

 

"Muchas de las agrupaciones que participaron en el acto del 24 de marzo aparecieron el jueves con palos y encapuchados tratando de desnaturalizar el paro."

-¿No cree que hubo mucha gente que adhirió al paro voluntariamente? La misma CGT terminó convocando por un reclamo que hicieron sus bases, en la movilización del 7 de marzo.

 

-Nosotros siempre tenemos que tener muy presente el reclamo genuino de los representados, me parece el meollo de la cuestión para todas las marchas. Fuimos el gobierno que trajo la verdad a la Argentina después de años de mentira. No vamos a negar la inflación ni la pobreza ni la lentitud en la reactivación económica ni vamos a ocultar que quisiéramos que el empleo se recuperara más rápidamente. Ése es el reclamo genuino con el cual nos queremos quedar. Dicho esto, creo que hay agenda que tiene más que ver con los intereses electorales y políticos de los representantes y no con los intereses de los millones de trabajadores, que son los representados. Y veo con mucha preocupación un avance de la violencia política en la calle. Si antes se utilizaba como estrategia, hoy está claro que se les ha desmadrado y no la puede controlar nadie. Prueba de eso fue la última marcha de la CGT, en la que les coparon el escenario y tuvieron que escaparse corriendo de sus propios adherentes. Lo mismo sucedió hace dos semanas, cuando algunos se subieron a un palco a reivindicar la violencia de los grupos terroristas de los ´70 o a pedir la destitución de este Gobierno.

 

-No todos los que participan de la marcha del 24 de marzo reivindican la lucha armada. 

 

-No, no es todo lo mismo. Quiero hacer la salvedad, pero muchas de las agrupaciones que participaron en ese acto aparecieron el jueves con palos y encapuchados tratando de desnaturalizar el paro. Sin embargo, hay muchos sindicalistas con los cuales yo comparto la Cámara de Diputados, como Héctor Daer u Omar Plaini, de cuya buena voluntad a la hora de encontrar soluciones doy fe. Pero están todos metidos adentro de un mismo espacio que ha participado en las últimas semanas de incitaciones a la violencia política. Eso se tiene que terminar.

 

-Daer claramente defendió la medida de fuerza y habló de la destrucción del aparato productivo, del cierre de las pymes, de la pérdida de empleo. 

 

-Por supuesto. Con Héctor tenemos largas discusiones sobre la realidad económica y laboral pero dentro del marco innegable de la democracia. No así con otros que estuvieron hoy en el paro y en otras movilizaciones, que buscan la deslegitimación, la desestabilización y la apología de la violencia política.

 

 

 

-El Gobierno introduce ahora un debate sobre la democracia interna de los gremios. ¿Hay una embestida contra el sindicalismo?

 

-El debate sobre los gremios no es nuevo ni nuestro. Eso ha producido divisiones en la CGT anteriormente y el ejemplo actual es Facundo Moyano, que lo ha llevado adelante más allá de lo que pensaran su hermano, su padre o sus colegas sindicalistas. De manera que eso es algo que ya está instalado. De ninguna manera hay una embestida contra el sindicalismo en general. Hay una embestida contra los malos sindicalistas. No es lo mismo Daer que Roberto Baradel. No es lo mismo el sindicalista de buena fe, honesto, que quiere verdaderamente representar a los trabajadores buscando soluciones que el que desde diciembre de 2015 anda agitando las banderas de "cuanto peor, mejor". Frente a eso, nosotros nos vamos a oponer siempre. Vamos a estar  al lado de los sindicalistas que quieren representar bien a sus trabajadores, los vamos a recibir siempre en cada ministerio. Si hay algo que no se puede decir de este gobierno, y por lo cual también resulta poco oportuno el paro, es que está cerrado al diálogo. Pero no tenemos por qué tolerar los aprietes de los violentos.

 

-Pero justamente el origen del conflicto docente es la no convocatoria, por parte del Gobierno, a la paritaria nacional, como marca la ley.

 

-Es que la ley marca cuatro puntos en los cuales no se habla de negociación salarial, sino de condiciones laborales. Sería bueno que los sindicalistas recordasen también que el sentido de una paritaria es mucho más amplio que una mera renegociación salarial. Tiene mucho que ver con el calendario escolar, el ausentismo docente, la calidad educativa... una agenda mucho más amplia de cuestiones que está tratando de instalar correctamente la gobernadora María Eugenia Vidal.

 

-La Justicia ordenó que el gobierno nacional convoque a la paritaria.

 

-Nosotros vamos a apelar esa decisión. Estamos convencidos de que estamos actuando correctamente. Y tenemos para ello el apoyo de los 24 gobernadores, que quede claro.

 

-Recién mencionaba a quienes adhirieron al gobierno anterior. Cambiemos tuvo como propuesta de campaña la idea de unir a los argentinos. Al marcar este tipo de características o trazar diferencias entre las movilizaciones, como se hizo con la marcha del 1 de abril, ¿no cree que se profundiza la llamada grieta?

 

-Nosotros tuvimos la vocación de unir a los argentinos desde el primer día y la seguimos teniendo, lo que no quiere decir que terminemos cayendo en la ingenuidad. Hay sectores muy diversos dentro de la oposición, pero hay uno que lamentablemente sigue siendo mayoritario y es el que está asociado a los últimos tres gobiernos. Por más esfuerzos que hagamos, este sector no nos ha dado ni un día de margen. Ni siquiera la ex presidenta tuvo la honra y el decoro de cumplir con el mandato institucional y traspasar el mando. Y ella está al frente de un grupo que, desde diciembre de 2015, a nuestra proclama de unir a los argentinos respondió que, cuanto peor le vaya al Gobierno, mejor le irá al país. Afortunadamente, hay sectores, como el Frente Renovador, de Sergio Massa, o el justicialismo de Oscar Romero y Miguel Ángel Pichetto, que tienen que ver con una oposición mucho más republicana y democrática que la asociada al Frente Para la Victoria y a los grupos de izquierda que ven en la violencia la única salida para que le vaya bien al país. Tanto en la marcha del 24 de marzo como en la movilización de la CGT, quienes incitaron a la violencia son dirigentes que tienen que ver con partidos de ultraizquierda o con La Cámpora y el Frente Para la Victoria.

 

"Es muy difícil unir si hay un porcentaje importante de la sociedad que realmente cree que la violencia es una solución y que cuando a uno no le gustan las cosas, tiene que trabajar para que un gobierno se caiga."

-¿No contribuye a la polarización afirmar que toda la gente va a las movilizaciones por el choripán, arreada en micros?

 

-Hay que entender el mensaje. Es cierto, ése no es el caso de toda la gente que va a movilizaciones. Lo bueno es probar qué pasaría si, en vez de apretar a la gente en la calle, ir con palos a las estaciones de servicio a impedir que el que quiera trabajar lo haga, habría que probar qué pasa si se da libertad de acción y se deja que la gente adhiera a un paro voluntariamente. Lo que nosotros vemos hoy es un aliento desde otros sectores políticos a la violencia política y la violencia en la calle con fines destituyentes. Eso lo dicen públicamente. Entonces, no es que nosotros busquemos acrecentar la grieta. Pero para bailar el tango hacen falta dos. Es muy difícil unir si hay un porcentaje importante de la sociedad que realmente cree que la violencia es una solución y que, cuando a uno no le gustan las cosas, tiene que trabajar para que un gobierno se caiga. Afortunadamente, son una minoría y nunca más van a volver a gobernar en la Argentina.

 

-¿Al Gobierno le conviene polarizar con el pasado, con Cristina Kirchner y con el kirchnerismo?

 

-No. Tengo la certeza de que eso no forma parte de algo buscado ni de una estrategia. Pero insisto: lamentablemente, este sector sigue siendo preponderante en la oposición. El PJ no ha logrado encarnar nuevos liderazgos que superen la sombra de Cristina Fernández de Kirchner.

 

-¿Cree que va a ser la candidata?

 

-No lo sé, pero no veo razones por las cuales no sería.

 

-¿Le conviene a Cambiemos?

 

-Al país no le conviene una Cristina con continuidad o legitimidad en la política. Al kirchnerismo, tal como lo conocimos, lo mejor que podemos hacer es desterrarlo para siempre de cualquier pretensión de volver a someternos a lo que fuimos sometidos durante 12 años.

 

-¿No es una expresión proscriptiva?

 

-No, de ninguna manera. Hablamos de desterrar al kirchnerismo como alternativa de poder, vencerlo de nuevo. El kirchnerismo no va a dejar de existir. Creo que hay que desterrar la posibilidad de que puede haber una vuelta al poder de este régimen que tan mal le hizo a la Argentina, la quebró económicamente y la financió con los sectores más pobres de la sociedad, estructurando un nivel de pobreza imposible de bajar en poco tiempo, con fracaso en la obra pública, las rutas destruidas. Podríamos hacer una nota entera para hablar de las deudas.

 

 

 

LISTAS, CONGRESO  Y EL FACTOR  CARRIÓ

 

-¿Qué expectativas tiene para este año en el Congreso?

 

-Como ocurre siempre, los años electorales tienen una actividad menor en el Congreso que los no electorales. A esta altura, el año pasado estábamos con temas muy sensibles, como la ley de holdouts y el inicio de la reparación histórica. Lógicamente este año vamos a tener menor actividad, en parte también porque todo lo importante y urgente lo sacamos en 2016. En la agenda del oficialismo no ha quedado nada pendiente. Este año va a tener mucho más que ver con la agenda del propio Congreso que con la del Poder Ejecutivo.

 

-¿Una derrota en las elecciones sería un fracaso, como dijo el Presidente?

 

-Yo creo que vamos a tener un triunfo casi seguro en la provincia de Buenos Aires, en la misma zona del centro del país donde triunfamos en 2015 y en las provincias que gobernamos. Tanto el bloque del PRO como el interbloque Cambiemos van a crecer. En Buenos Aires, el interbloque solamente renueva tres legisladores y podemos llegar hasta quince.

 

-En Córdoba, su distrito, ¿quién va a encabezar la boleta?

 

-Nosotros en el PRO estamos trabajando para que la encabece Héctor Baldassi, acompañado por el intendente de Jesús María, Gabriel Frizza.

 

-La UCR tiene candidatos fuertes en Córdoba. ¿Pueden ir a internas?

 

-Cambiemos nació como espacio frentista, con unas PASO entre Macri, (Ernesto) Sanz y (Elisa) Carrió. Mal podríamos ver a las PASO como un problema. Al contrario, son una legítima forma de resolver la interna. No nos asusta tener que usarlas.

 

-Usted decía que el bloque va a crecer en la provincia de Buenos Aires. ¿Quién puede ser la figura de Cambiemos que genere ese crecimiento?

 

-Es un distrito que nos toca gobernar, donde la líder indiscutida es la gobernadora Vidal. Será ella junto, con el presidente Macri, quien deba decidir las candidaturas. Tenemos una pluralidad de nombres que pueden dar la batalla.

 

-En Cambiemos existe un debate sobre la incorporación de sectores del peronismo, como planteó Emilio Monzó. ¿Qué opinión tiene al respecto?

 

-No es necesario incorporar al peronismo orgánicamente sino a dirigentes, como en su momento pasó con (Diego) Santilli o (Cristian) Ritondo. Y, posteriormente, el propio Emilio. Teniendo en cuenta que el PRO y Cambiemos siempre fueron expresiones basadas en la amplitud y la pluralidad, ahora que gobernamos no hay que dejar por nada del mundo esos parámetros o paradigmas. Tenemos que seguir con la misma amplitud y generosidad. Entendemos que hay muchos dirigentes muy valiosos dispuestos a trabajar por el cambio, independientemente de lo que haga el PJ a nivel orgánico.

 

"Tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Capital, Lilita es la dirigente con mejor imagen. En cualquiera de los dos distritos ella podría garantizar un triunfo."

-¿No hay un discurso antiperonista en el Gobierno?

 

-Pero no es antiperonista. Que simplemente uno pretenda que ocupen su rol en la historia no quiere decir que el discurso sea antiperonista o que uno no valore a muchos de sus dirigentes. Son cosas distintas y, como siempre, el equilibrio está en los grises.

 

-Usted tiene una buena relación con Carrió. ¿Cree que debe ser candidata?

 

-La realidad marca que, tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Capital, es la dirigente con mejor imagen. En cualquiera de los dos distritos, ella podría garantizar un triunfo. Lilita es parte fundamental e indivisible de Cambiemos. Donde esté, seguramente vamos a tener una bocanada de legitimidad. Me parece que hay que entender su rol mucho más como electora nacional que como candidata de un solo distrito.

 

-¿Es una aliada incómoda dentro de Cambiemos?

 

-A mí me da una inmensa tranquilidad compartir bloque con ella. En general la incomodidad que genera es porque va más rápido que los demás. Después, termina siempre demostrando el porqué de sus acciones. Hoy, vemos tristemente que todo lo que decía cuando la sociedad que no le creía la condenó al 1,8% de los votos se terminó confirmando cuatro años después. Me cuesta pensar en algún otro dirigente que, después de 20 o 25 años de estar en el primer nivel de la política nacional, tenga la legitimidad y el respaldo que tiene ella.

 

 

 

 

 

 

Omar Perotti, el gran apuntado por la debacle del peronismo en Santa Fe.
Victoria Villarruel y Javier Milei

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