PJ 2016. ENFOQUE

Líderes se buscan: #RandazzoVuelve sin pagar los platos que rompió

Después de su deserción electoral del año pasado, anuncia que regresa. No se sabe a qué ni a dónde porque habló una vez en seis meses. Pero se sabe por qué: el peronismo está huérfano.

El ex ministro del Interior y fallido pre candidato a presidente por el Frente para la Victoria, Florencio Randazzo, hizo saber que “vuelve”. No lo dijo él. Echó a volar un flyer azul, minimalista, con el hashtag#RandazzoVuelve y la firma del senador nacional Julio Catalán Magni. Se sabe: “Son los muchachos”. Pero se sabe: fue él. La pieza publicitaria fue empujada a las redacciones por el entorno más cercano del ex funcionario K. No está claro a qué ni a dónde quiere volver, porque no habla. Está claro por qué: el peronismo está huérfano de líderes y también se sabe: el peronismo necesita que alguien lo conduzca. Aunque acaso la consigna Randazzo Conducción parezca exagerada. El peronismo necesita, al menos, un candidato. Una figura para las elecciones de medio término del año que viene. Por eso, al parecer, #RandazzoVuelve: el peronismo está dispuesto a condonarle la deuda por los platos que rompió en 2015, cuando desertó de la pelea electoral y dejó al Frente para la Victoria sin candidato razonable nada menos que en la provincia de Buenos Aires. Lo que hace 11 meses fue imperdonable, hoy es pasado pisado. No es que el amor sea más fuerte: es fuerte la necesidad, que tiene cara de hereje.

 

Randazzo se había anotado en una amplia grilla de pre candidatos a presidente. Era, después de Daniel Scioli, el que aparecía con mayor índice de intención de voto en los sondeos. Los demás ni arrimaban. Por eso, Cristina Fernández de Kirchner achicó el lote y lo dejó mano a mano con el entonces gobernador bonaerense. Pero, a último momento, con más encuestas sobre su escritorio, decidió bajarlo a él también. Le pidió, en la misma reunión –en Olivos- en la que le dio la mala nueva, que encabezara la fórmula a gobernador. Randazzo se empacó y se negó. Sanmartiniano, avisó: “Soy candidato a presidente o no soy nada”.

 

Sus compañeros del proyecto nacional y popular lo castigaron con dureza. Le dijeron ingrato, caprichoso, individualista. Claro, había traicionado la lógica del militante de un proyecto colectivo para poner por delante sus intereses individuales -tan liberales, tan PRO; tan Gaby Michetti, que había aceptado ser candidata a vicepresidenta sólo después de fracasar en su aventura por la jefatura del Gobierno porteño. “Soy un hombre de palabra; creo fervorosamente en el valor de la misma y en los compromisos asumidos”, le dijo a CFK en una carta. Eso fue el 17 de junio. Al día siguiente, en juicio sumarísimo, los cuervos pedían su cabeza para exhibirla en una pica. Dos días después, la Presidenta viajaba a Rosario por la celebración del Día de la Bandera. En el VIP de Aeroparque, parecía que Randazzo estuviera a punto de tirar un centro: él, solo en un rincón; sus compañeros del gabinete, todos juntos en la otra punta de la habitación. Minutos después, en el avión presidencial, descubriría que ya no tenía reservado su asiento de siempre, en la primera fila: lo habían mandado para atrás.

 

La historia que siguió es conocida: Aníbal Fernández y Julián Domínguez fueron a las PASO y ganó el jefe de Gabinete, que después perdería con María Eugenia Vidal en las generales. Con el diario del lunes, el peronismo no kirchnerista condenó a CFK: hizo todo mal, dijo, fundamentalmente por alentar al quilmeño, aunque también por sacar de carrera a Randazzo y después no apoyar a Scioli. Por todo eso, le imputa la derrota y la quiere jubilada, en el sur, cuidando a Néstor Iván, lo más lejos posible. Con el mismo diario, es posible hacer otras especulaciones contra fácticas igual de incomprobables: acaso a Randazzo no le alcanzaba para ir por la Casa Rosada, pero sí podría haber ganado en la provincia y, tirando un poco más de esa cuerda, imaginando un escenario con el peronismo triunfador en Buenos Aires, quizá podría haber empujado a Scioli a una victoria en el ballotage.

 

El presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, fue uno de los que le astillaron tibia y peroné al ministro. Dijo, en ese entonces, que le cayó “muy mal” su deserción. Ahora que #RandazzoVuelve –eso dice el flyer minimalista y los que lo alientan, no él, que en seis meses no habló más que en un acto con Macri en el que, por única vez, criticó al gobierno de los despidos y los tarifazos- el presidente del PJ bonaerense, que sigue siendo Fernando Espinoza, es uno de los que juntarían firmas para que el ex ministro de Gobierno de Felipe Solá sea la figura estelar del peronismo en las elecciones de 2017.

 

Como informó este jueves Letra P, Randazzo mantiene encuentros con intendentes, difundió una foto con el jefe del peronismo en el Senado, Miguel Pichetto, y abrió el diálogo con dirigentes nacionales de peso, entre ellos, el flamante presidente-jefe solo formal del partido, José Luis Gioja.

 

LA NECESIDAD, ESA YEGUA.  En una discusión sobre el estilo de liderazgo de los Kirchner, un peronista de Perón –y también de Néstor y Cristina- que estudió con pasión la historia argentina y, fundamentalmente, el pensamiento del fundador del Justicialismo, soltó una frase que le adjudicó al General pero no porque fuera una cita textual, sino porque resumía/condensaba un conjunto de conceptos que el tres veces presidente volcó en Conducción Política, el libro sagrado del Movimiento: “Los que acumulan son los líderes, no la estructuras”.

 

Hoy, los dos grandes partidos del campo popular, el PJ y la UCR, tienen un problema electoral serio: están huérfanos de figuras que acumulen y envidian a organizaciones con desarrollo infinitamente menor que se florean con sus líderes: el Frente Renovador, que se queda con el voto peronista que capta Sergio Massa, y el PRO de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, que mantiene al radicalismo a su sombra a fuerza del brillo de esas estrellas, a pesar de que, lógicamente, hayan perdido algo de fulgor en la fajina diaria del ejercicio del poder.

 

“Líderes como Yrigoyen, Perón y Alfonsín nacen cada 50 años”, se lamentó este viernes, en diálogo con 221Radio de La Plata, el diputado radical Migue Bazze, y admitió, como explicando la alianza con el macrismo: “El año pasado no teníamos candidato a presidente”.

 

Por su parte, en una entrevista con Letra P, el ex jefe de Gabinete K –hoy massista- Alberto Fernández dijo que CFK y Massa son “los que tienen más votos”. “Decir que Cristina no existe es una tontería”, agregó. Cierto. Tan cierto como que “el 50% la odia y el otro 50 la ama” y que –otra vez- el peronismo no K la quiere afuera, retirada, como dijo con toda la boca su ex artillero Pichetto. Por eso -y porque sabe que debe recuperar el favor de los que la votaron en 2011, en 2015 eligieron a Macri y ahora están enojados maldiciendo en sus casas- inventó el tan de centro Frente Ciudadano. Pero la ex mandataria volvió un día del sur, juntó una multitud en Comodoro Py, hizo tres reuniones en su elegante Instituto Patria y se esfumó. Y nadie sabe, en el bunker boutique de la calle Rodríguez Peña, cuándo va a volver. Al menos por ahora, el Frente Ciudadano quedó reducido a una marca abandonada en el parto y el liderazgo de Cristina, a un shock de ilusión para su hinchada.

 

En este escenario de orfandades, el autor de la reforma política que limitó la duración de las campañas se lanzó un año y medio antes de las elecciones de 2017, una parada clave para el proyecto del presidente Macri, que se quema las manos sujetando la cuerda que ata el segundo semestre a 2016.

 

#RandazzoVuelve, anuncia Randazzo. Sabe que nadie le va a cobrar peaje.

 

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