Honrar la lucha

Hace 50 años, moría en Buenos Aires Alfredo Palacios, histórico dirigente del socialismo argentino, parlamentario notable e impulsor del “Nuevo Derecho”, que vino a dar por tierra con la pretensión capitalista de mantener las relaciones laborales bajo la órbita del derecho civil, como si la explotación fuera un contrato entre libres e iguales sin otro límite que la voluntad de las partes.

Aunque esa pretensión ya era arcaica a comienzos del siglo 20 —tras medio siglo de luchas obreras y socialistas en todo el mundo, de la creación de la Primera y la Segunda Internacional y de la convocatoria regular, desde 1889, a un día de huelga universal en reclamo de la jornada de ocho horas y de legislación protectora del trabajo—, la tarea de Palacios fue todo menos sencilla.

 

A 110 años de que la “cuestión social” irrumpiera en el Congreso argentino con la elección de Palacios, el primer diputado socialista de América, cierto sector de la dirigencia empresaria actual y los ideólogos del programa económico de Mauricio Macri y algunos otros han comenzado a pregonar la derogación de las paritarias, que algunos de ellos han llegado a calificar como propias de un régimen fascista.

 

Cuando Palacios comenzó su formidable trabajo a favor de la sanción de las llamadas leyes obreras —en sintonía con un movimiento sindical que pugnaba por afirmarse y del Partido Socialista, fundado en 1896—, debió enfrentar la resistencia más enconada de los oligarcas, de los dueños de las fábricas y de sus representantes parlamentarios. Las argumentaciones iban desde los prejuicios más atávicos hasta las consideraciones económicas más ramplonas, disfrazadas de presunta racionalidad. Así, en un país donde la jornada se extendía de 10 a 14 horas todos los días del año, sin feriados ni vacaciones, la propuesta de establecer un descanso semanal equivalía a promover la holgazanería y el vicio entre los obreros y a decretar la desaparición de la industria.

 

El gran tribuno socialista logró la sanción de esa ley y de muchas otras que pusieron límite a la explotación capitalista y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores; pero su trabajo político y social no se limitó a eso. Fue también un pionero en las luchas contra la trata de personas, a favor de la reforma universitaria, por la unidad de los pueblos latinoamericanos, contra el imperialismo y los monopolios que diezmaban al Estado y a las clases populares.

 

Su lucha política se vio coronada de importantes avances, pero conoció también los brutales retrocesos que se producían toda vez que la reacción civil y militar se apoderaba del gobierno. Por eso, no subestimó el debate ideológico, como aquel que protagonizó hacia fines de los 50 con Ludwig von Mises, que junto a Friedrich von Hayek y Milton Friedman fue uno predicadores del neoliberalismo contemporáneo.

 

La persistencia de ese debate, que Palacios libró a lo largo de su vida, y que emerge de manera más o menos cíclica en la Argentina de los siglos XX y XXI, muestra que, lejos de extinguirse, las ideologías mantienen plena vigencia, al igual que las contradicciones sociales. Los grandes burgueses —que no existen ya en los discursos, pero que los hay, los hay— adhieren al neoliberalismo porque éste consagra lo que en definitiva quieren, incorrecciones políticas al margen: fijar libremente los salarios más bajos posibles, sin sindicatos ni gobiernos que medien a favor de los trabajadores; extender la jornada laboral a tono con las necesidades de la producción; reducir los tiempos de descanso a lo mínimo indispensable; evadir impuestos, fugar divisas, y hostigar cualquier intervención estatal que empodere a los sectores subalternos o introduzca supuestas distorsiones, como les gusta llamarles, en los sacrosantos mercados.

 

En un año electoral donde confrontarán dos modelos, el de la profundización de las transformaciones impulsadas durante esta década frente al de retrotraer el país a los tiempos neoliberales, la figura de Palacios no sólo ilumina el itinerario de renovadas luchas para continuar mejorando las condiciones laborales y de vida de los trabajadores.. Ayuda también a clarificar de qué lado está cada uno. El gobierno nacional, que integramos, brinda su testimonio con las 48 nuevas leyes laborales que aprobó el Parlamento en los últimos años, mayoritariamente a iniciativa del Poder Ejecutivo que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. Es nuestra manera de honrar a Palacios.

 

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